martes, 21 de julio de 2015

El Papa Francisco en Santa Cruz, Bolivia





Por Lisardo Enríquez L. 

Asomarnos un poco a lo que ocurre en muchas partes del mundo, donde el sometimiento económico tiene postrados a millones de seres humanos, en tanto las riquezas son acumuladas por unas cuantas personas que entre sí se protegen para mantener un estado de cosas verdaderamente oprobioso para las mayorías, mediante el control hegemónico del poder y del dinero, sirve para buscar un rayo de luz que alumbre hacia mejores condiciones. Es esta la luz que está encendiendo el Papa Francisco.

El discurso que el primer Papa latinoamericano pronunció en Santa Cruz, Bolivia, el día 9 de este mes de julio, durante el Segundo Encuentro Mundial de Movimientos Populares, tiene un posicionamiento poco común en un dirigente de la Iglesia a ese nivel. Seguramente el papel de los papas tiene su razón de ser en que El Vaticano, aparte de ser un Estado, es una empresa económica muy poderosa, y como tal tiene que mantener su relación con los grupos de poder económico del mundo. El Papa Francisco está rebasando esa línea, se está saliendo de lo que marcan los intereses de la empresa y está tomando el camino que debería tener siempre la iglesia de Cristo y también el camino de San Francisco de Asis, precisamente.

Pues bien, vamos a las ideas y a las palabras expuestas en Santa Cruz, allá en la Bolivia de América del Sur. Dijo el Papa: “La casa común de todos nosotros está siendo saqueada, devastada, vejada impunemente...La ambición desenfrenada de dinero que gobierna... arruina la sociedad, condena al hombre, lo convierte en esclavo, destruye la fraternidad interhumana”. Dijo también que “Los seres humanos y la naturaleza no deben estar al servicio del dinero... La distribución justa de los frutos de la tierra y el trabajo humano no es mera filantropía. Es un deber moral”. Algo nos recuerdan estas palabras, que quienes se han vuelto multimillonarios se quitan un peso moral dando una migajita de lo que han acumulado, porque “son filántropos”.

De nuestro continente expresó en particular: “Los pueblos de Latinoamérica parieron dolorosamente su independencia política y, desde entonces, llevan casi dos siglos de una historia dramática y llena de contradicciones intentando conquistar una independencia plena”. Muy a la medida de nuestros países y por supuesto de México, donde la injerencia llega al extremo de impedir que en las elecciones se reconozca el triunfo de una fuerza realmente democrática.

Luego volvió a generalizar y sentenció: “Los pueblos del mundo quieren ser artífices de su propio destino. Quieren transitar en paz su marcha hacia la justicia. No quieren tutelajes ni injerencias donde el más fuerte subordina al más débil”. Como ocurre en este momento con el FMI  y los grupos de poder económico y político de Europa que tienen de rodillas a Grecia. Definitivamente la situación no puede seguir así, algo debe ocurrir para “humanizar” la economía y la política del mundo.


El Papa actual está dando pasos importantes en una dirección necesaria para los habitantes del planeta, los seres humanos, los animales y la propia tierra, porque no es sólo la lacerante pobreza humana, es también la muerte masiva de especies animales en el mar con los derrames de petróleo y en otras formas, al igual que el daño a las aguas y a la tierra como ocurre con la contaminación producida por las empresas saqueadoras de minerales, entre las cuales México tiene ejemplos notables. Ojalá las palabras del Santo Padre lleguen a más.

Artículo publicado en Diario de Xalapa el 21 de julio de 2015.