sábado, 17 de junio de 2017

Ezequiel A. Chavez, un reformador de la educación.




Por Lisardo Enríquez L.

Muchos mexicanos que en su momento aportaron lo mejor de sí mismos para engrandecer a nuestro país, son desconocidos para las nuevas generaciones. El caso de la obra educativa no es la excepción. En esta ocasión el interés está en abordar el caso específico del Lic. y maestro Ezequiel Adeodato Chávez Lavista, nacido en la ciudad de Aguascalientes en 1868, a quien correspondió dar su mejor esfuerzo entre fines del siglo XIX y comienzos del XX.

El padre de Ezequiel A. Chávez se preocupaba por la formación intelectual y moral de sus hijos. Con la presencia de su esposa, leía en voz alta con frecuencia a  ellos. Sin embargo, con el fin de que tuvieran mayores oportunidades educativas, en 1877 se trasladó con la familia a la ciudad de México. Tal vez esta acción de su padre hizo que después él se preocupara porque todos los mexicanos tuvieran también acceso a la educación.

En la adolescencia ingresó a la Escuela Nacional Preparatoria donde fue alumno de Ignacio M. Altamirano, del cual expresó: “fue por antonomasia nuestro maestro de amor a México, a la literatura mexicana y a la historia de México, no pasivamente, por la sola contemplación, sino activamente, por la palabra, por la pluma, por el pensamiento y por la acción”. Años más tarde, en esa misma escuela dio clases y fue maestro, entre otros, de dos jóvenes que luego serían destacados filósofos: Antonio Caso y José Vasconcelos.

Estudió la carrera de leyes pero prefirió dedicar su talento a las tareas de la educación nacional. Fue el colaborador más cercano de tres grandes ministros que dirigieron la educación de nuestro país: Don Joaquín Baranda, Don Justo Sierra y Don José Vasconcelos. Baranda le encargó los diseños para 3 reformas fundamentales: la reorganización de la instrucción primaria elemental; la reorganización de la instrucción primaria superior y; la reorganización de la Escuela Nacional Preparatoria.

Inspirado en las ideas pedagógicas del educador alemán Federico Froebel y con el apoyo del ministro Justo Sierra, Don Ezequiel A. Chávez instauró una de la reformas más importantes de la educación pública en México: el establecimiento de las escuelas de párvulos o jardines de niños, que ahora conocemos como el nivel de educación preescolar. En el mes de enero de 1906 se inauguraron en la ciudad de México los dos primeros jardines de niños, uno de ellos se llamó “Federico Froebel” y estuvo a cargo de la Profesora Estefanía Castañeda; al otro se le asignó el nombre de “Enrique Pestalozzi” y estuvo bajo la dirección de la Profesora Rosaura Zapata. Estas dos maestras se consideran fundadoras de los jardines de niños en nuestro país.


Don Ezequiel A. Chávez realizó muchas más actividades. Fue director de la Escuela Nacional Preparatoria y de la Escuela de Altos Estudios, así como Rector de la entonces Universidad Nacional de México. Se considera autor del proyecto para la creación de la Secretaría de Educación Pública. Escribió libros de geografía y de civismo y fue traductor también. Falleció en 1946. Por el tipo de vida que llevó sus familiares cubrieron el cuerpo con un hábito de San Francisco. 

Artículo publicado el 12 de junio en Diario de Xalapa. 

sábado, 3 de junio de 2017

Salvador Alvarado.



Por Lisardo Enríquez L.

Durante largas décadas, en México han estado ausentes hombres y mujeres con verdadera convicción patriótica al frente de las acciones políticas de gobierno; ha venido prevaleciendo la actitud pragmática, sin ideales, sin una real preocupación por los problemas nacionales y comunitarios; pero no siempre ha sido así. En este país también han nacido auténticos patriotas, muchos de los cuales han dado su tiempo, su inteligencia, su decisión y su sangre por un mejor estado de cosas para el porvenir de su pueblo. Tal es el caso, entre muchos otros, de Salvador Alvarado Rubio, nacido en Culiacán, Sinaloa en 1880, quien recorrió por necesidades propias y por su entrega a las mejores causas del país buena parte de nuestro territorio.

A los 8 años de edad se fue con sus padres a vivir al poblado de Pótam, Sonora. Convertido en joven estuvo en el Puerto de Guaymas trabajando en una farmacia y luego estableció una botica propia en Cananea. En este mismo lugar se dedicó al comercio. En esta etapa de su vida descubrió lo que sería una de sus grandes pasiones: la lectura. Por sus inquietudes e intereses sociales en Cananea se incorporó al Partido Liberal Mexicano y se convirtió en divulgador de las ideas de Ricardo Flores Magón.

En 1910, en una de las acciones precursoras de la Revolución Mexicana, participó en el frustrado ataque al cuartel militar de Hermosillo. Más tarde se incorporó al movimiento armado que encabezó Francisco I. Madero, en cuya lucha obtuvo los grados de Mayor y después de Teniente Coronel. Más tarde se sumó al ejército constitucionalista con Venustiano Carranza obteniendo primero el grado de Coronel y luego el de General. Fue Jefe de la Zona Central de Sonora y más adelante se encargó de reorganizar las tropas militares de Puebla y Tlaxcala.

Posteriormente, el Primer Jefe del Ejército Constitucionalista lo nombró comandante militar del estado de Yucatán para luchar en contra de Abel Ortiz Argumedo que se había levantado en armas desconociendo al poder establecido. El 19 de marzo de 1915 derrotó a este usurpador y asumió el cargo de gobernador y comandante militar de Yucatán. Esta es la parte más conocida de la vida del General Salvador Alvarado, porque durante su gobierno realizo una gran obra revolucionaria. Gobernó Yucatán de 1915 a 1917 y en ese lapso realizó profundas reformas legislativas, agrarias, laborales, económicas, educativas y culturales.

Sin embargo, estaba destinado a otras responsabilidades. Poco antes de concluir su encargo de gobernador fue nombrado comandante militar de una parte importante del sureste y del Istmo. En este puesto fue que desempeñó propiamente su última relación con Carranza. Éste, como otros encumbrados en “el poder”, le impidió seguir en ascenso político porque le resultaba peligroso, como ocurrió también con Francisco Villa.

En su última etapa fue amigo y cercano colaborador de Adolfo de la Huerta, por quien secundó una Rebelión en la cual fue traicionado y asesinado el 10 de junio de 1924, entre Tenosique, Tabasco y Palenque, Chiapas. Salvador Alvarado fue un destacado militar, revolucionario y estadista, un patriota ejemplar.

Artículo publicado el 29 de mayo en Diario de Xalapa.