viernes, 30 de enero de 2015

Abandono del campo y la educación rural.

Escuela Normal Rural de Tacámbaro,  Michoacán, inaugurada en 1922.  



Por Lisardo Enríquez L.

El problema no resuelto de los estudiantes heridos, asesinados y desaparecidos entre el 26 y el 27 de septiembre de 2014 en Iguala, todos ellos de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” de Ayotzinapa, Guerrero, nos remite a la situación general del país que desde 1941 a la fecha consiste en el abandono del campo y de la educación rural. Ésta, producto de un sistema que los propios mexicanos habían creado para atender las necesidades y problemas específicos de los habitantes de las áreas campesinas.

Efectivamente, las instituciones creadas para dar la atención apropiada a este tipo de comunidades se fueron desarrollando entre 1922 y 1940, fecha esta última hasta la cual llegaron como tales. Después, se inició un proceso de desarticulación al que el estudioso de la educación rural mexicana de aquellos años, David L. Raby, llamó “medida retrógrada”. La orientación de los gobiernos a partir de los años cuarenta del siglo anterior va a ser la modernización con prioridad en la industrialización que tiene lugar en las zonas urbanas, lo que a partir de 1982 se convierte, hasta nuestros días, en políticas neoliberales, dejando en el más cruel abandono al campo y su desarrollo, incluida la educación rural, la cual sigue el modelo único diseñado para el medio urbano con características meramente librescas.

Dos proyectos pioneros de la educación rural de la Revolución Mexicana son reactivados para su operación después de 1942: Las escuelas normales rurales y las misiones culturales, sólo que con un presupuesto mínimo y ya sin el empuje que antes hubo en el reparto de tierras y programas de apoyo al campo. No obstante, estas instituciones continuaron con la misma vitalidad con la que antes habían trabajado. Las normales rurales mantuvieron su pujanza revolucionaria que, por supuesto, afectaba (y afecta) los intereses económicos y políticos de quienes buscan favorecer únicamente a una élite. A raíz de los acontecimientos del movimiento estudiantil de 1968 se les consideró focos de agitación y el gobierno cerró prácticamente la mitad de ellas en ese mismo sexenio. Esa suerte corrió la normal de Perote en nuestro estado en 1969.

Pues todavía con esa enorme reducción y limitaciones, las normales rurales han venido remontando todas las condiciones adversas a las que se enfrentan.A las pocas que quedan se les ha amenazado con cerrarlas o convertirlas en escuelas técnicas o de turismo, aparte de que los alumnos están siempre en la mira por “rebeldes”.Entre los casos más recientes se encuentran los dos estudiantes muertos en la autopista del sol a manos de la policía el 12 de diciembre de 2011, y el más dramático enunciado al comienzo de estas líneas que incluyó la muerte de un estudiante que fue desollado y al que le sacaron los ojos. Es la hora en que no se sabe con certeza cuál ha sido el destino de los 43 desaparecidos.

Al sujeto que desempeñaba el cargo de presidente municipal de Iguala se le había denunciado desde antes por otros crímenes y nunca se le investigó formalmente. Hay evidencias de que los gobiernos estatal y federal estaban enterados de la movilización de los estudiantes desde que salieron de Ayotzinapa a Iguala, que en diferentes momentos hubo fuerzas federales y sin embargo los voceros oficiales lo han negado. En otras palabras, en los hechos del 26-27 de septiembre de 2014 hubo una confabulación premeditada no reconocida. Esto explica porque el gobierno federal participa “en las investigaciones” hasta después de transcurrida más de una semana.


Lo ocurrido en Iguala rebasa los linderos de lo local y de lo estatal. Se trata de la presencia del México imaginario y del México profundo, magistralmente definidos por Guillermo Bonfil Batalla, para expresar los problemas del desarrollo nacional desde un punto de vista meramente occidentalizado en el primer caso y con las raíces de nuestros pueblos, desde los indígenas, en el segundo. Esa es la situación actual: el predominio radicalizado del primer punto de vista con su proyecto de nación, que deja fuera al México profundo manteniéndolo en el analfabetismo, la miseria, el abandono y la desaparición en sus diversos sentidos. Una de sus manifestaciones más ostensibles es el abandono del campo y de la educación rural que debe englobar a la comunidad como un todo y al sistema regional al que pertenece.

(Artículo publicado el 27 de enero en Diario de Xalapa.)

jueves, 22 de enero de 2015

Julio Scherer, periodista honesto, crítico e independiente.


Julio Scherer García, fundador de la Revista Proceso. 



Por Lisardo Enríquez L.

 La defensa de la libertad de expresión durante la segunda mitad del siglo XX en México, difícilmente se podría explicar sin el periodista Don Julio Scherer García, “hombre austero, probo, de convicciones inquebrantables”, dice Jorge Sánchez Cordero. Desde joven ingresó al periódico Excélsior como reportero y entrevistador, oficio que no abandonó en ningún momento de su vida. Del 31 de agosto de 1968 a julio de 1976 fue director de ese diario nacional que dirigió mediante una política libre, independiente y crítica, fomentando a la vez publicaciones de carácter cultural en suplementos y revistas.

El 6 de noviembre de 1976 fundó el semanario Proceso, a pesar de advertencias y amenazas que recibió para su publicación. Entre las revistas que precedieron a ésta se pueden mencionar Política, dirigida por Manuel MarcuéPardiñas;Siempre, dirigida por José Pagés Llergo;Por qué? y después Por Esto, dirigidas por Mario Menéndez Rodríguez, entre las que se pueden citar por alguna semejanza con Proceso. Uno de los colaboradores de ésta, Rogelio Flores Morales, cuenta que Don Julio le dijo: “Le voy a contar algo. Cuando salí de Excélsior no dormía. Por las noches sudaba, empapado mi cuerpo. Tenía el ánimo quebrado. Se lo digo: pensé en el suicidio”. Y es que lejos de asumir su ejercicio periodístico como adulador del poder político, lo encaró con libertad, independencia, dignidad y crítica. Pero con una crítica fundada, basada en la investigación de hechos y realidades.

Realizó entrevistas a lo largo de muchos años, las cuales están consideradas como exclusivas y trascendentes, entre ellas a André Malraux, Igor Stravinski, Arthur Miller, Pablo Neruda, Miguel Ángel Asturias, Carlos Chávez, Martín Luis Guzmán, Alfonso Reyes, José Clemente Orozco, Diego Rivera, Frida Kahlo, Fidel Castro y muchos más. Apoyó a intelectuales y artistas, como a su manera lo hizo antes José Vasconcelos. A los primeros les abrió y brindó espacios para publicar sus textos, sus opiniones, con entera libertad. A Octavio Paz, por ejemplo, cuando regresó de la India a nuestro país lo invitó a que editara una revista de literatura y fue así como apareció por varios años Plural, que se dejó de editar por solidaridad con Don Julio cuando fue separado de Excélsior. Dejó el cargo de director de la revista Proceso en 1996 y se dedicó más a escribir libros. De éstos son 22 los que se editaron.

Quienes lo conocieron, en particular amigos y colaboradores, lo describen como un gran conversador en temas que siempre eran fundamentales y llenos de contenido; muy ajeno a los halagos; de una inteligencia sobresaliente; atento alescuchar a sus interlocutores; amante de la verdad y de la imparcialidad; intolerante con la mentira, la incongruencia y la traición; generoso, solidario y sensible ante el dolor de los demás. A sus colegas les recomendaba: “duerma menos y escriba más”.


Con unas palabras del ex rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, el Dr. Ramón de la Fuente, se puede recuperar en concreto lo que fue el maestro del periodismo Don Julio Scherer. Lo expresa de esta manera: “Recordar hoy a Don Julio es recobrar la confianza en la integridad de las personas, en la fortaleza de las convicciones, en la firmeza del carácter, en el rigor del análisis y el peso de la crítica; en la independencia y en la autonomía como formas de realización individual”.

(Artículo publicado el 19 de enero de 2015 en Diario de Xalapa). 

sábado, 17 de enero de 2015

José Martí Poeta.



José Martí. Versos Libres. 

Por Lisardo Enríquez L.

Del héroe, revolucionario, político, periodista, orador, filósofo y poeta cubano José Martí muchos  leímos en libros escolares La rosa blanca y La niña de Guatemala. A quienes nos gusta leer, después hemos disfrutado prosa y poesía de este gigante de “nuestra América”. El cantante y autor de una larga producción de composiciones, también cubano, Pablo Milanés, hizo un disco de larga duración con poemas de Martí a los que puso música, permitiendo con ello otra forma de disfrutarlos.

Martí vivió en la segunda mitad del siglo XIX (La Habana 1853-Dos Ríos 1895). El escritor mexicano Mauricio Magdaleno ha dicho que la obra escrita de Martí “es enorme y abarca todas las esferas del pensamiento”. Se le considera precursor del modernismo literario hispanoamericano. En el caso específico de su poesía, él mismo pidió que al darse a la imprenta se iniciara con Ismaelillo, conjunto de quince poemas inspirados en el amor a su pequeño hijo. Dos grandes de la poesía americana de aquel tiempo, Rubén Darío y José Asunción Silva, se dieron cuenta muy pronto del valor literario de los versos del patriota cubano y lo expresaron públicamente.

Había en su espíritu ternura y devoción apasionada por los niños, pero debido a sus ideas independentistas fue desterrado de Cuba. Vivió en España, Estados Unidos y México. En Nueva York editó una revista para los niños de América que se llamó La Edad de Oro, de la cual aparecieron cuatro números bellamente ilustrados con un contenido perfectamente asequible a los infantes. En el segundo número se incluyó el poema Los dos príncipes que en una parte dice: “En los álamos del monte/tiene su casa el pastor. / La pastora está diciendo: / ¿Por qué tiene luz el sol?”

Versos libres constituye una parte importante de su obra poética. Al respecto, el poeta cubano Cintio Vitier escribió que estos versos forman la región volcánica de la poesía de Martí. En una nota previa a este otro conjunto de poemas, el propio autor dice: “Estos son mis versos. Son como son. A nadie los pedí prestados. . . Tajos son éstos de mis propias entrañas-mis guerreros-. Ninguno me ha salido recalentado, artificioso, recompuesto, de la mente; sino como las lágrimas salen de los ojos y la sangre sale a borbotones de la herida”.

Un libro más de poemas es Flores del destierro que en el título anuncia su mensaje. El poema Domingo triste empieza de esta manera: “Las campanas, el sol, el cielo claro / me llenan de tristeza, y en los ojos / llevo un dolor que el verso compasivo mira, / un rebelde dolor que el verso rompe / ¡y es ¡oh mar! La gaviota pasajera / que rumbo a Cuba va sobre tus olas!

Uno de sus mejores libros de poesía es, sin duda, Versos sencillos. Los poemas que integran este otro conjunto se consideran un registro autobiográfico del autor y algunos críticos sostienen que en ellos se encuentra la verdadera modernidad de la poesía de Martí. Un ejemplo muy conocido es el siguiente: “Yo soy un hombre sincero / de donde crece la palma / y antes de morirme quiero / echar mis versos del alma”. Y más adelante dice: “Oculto en mi pecho bravo / la pena que me lo hiere: / el hijo de un pueblo esclavo / vive por él, calla y muere”.


Juan Marinello, otro escritor cubano, hizo una selección de esta obra poética a la que nombró Poesía mayor. En el prólogo afirma: “sólo quien posea como Martí incontable riqueza de palabras y rara fuerza sintética puede lograr esta colmada sencillez”.

(Artículo publicado el 13 de enero de 2015 en Diario de Xalapa)