Los efectos del Neoliberalismo.
Por Lisardo Enríquez
L.
El neoliberalismo llegó a su
máxima expresión, luego de que el partido que gobernó durante doce años
entregara la estafeta poniendo a los entrantes las mismas condiciones que los Estados
Unidos de Norteamérica, los organismos internacionales y los grupos
empresariales del país. De manera que el actual gobierno federal tomó el único
camino que le dejó la presión interna y externa de los dominios económicos
pero, además, con gusto. El desprecio por la prole se ve que fue aprendido en
casa.
Hasta hoy no se visualiza
una reacción para enmendar lo que se decidió con un grupo de personajes que en
las fotografías muestran una gran semejanza con los científicos del porfiriato
y que se trató de presentar como “el sentir de las mayorías”, esto es, la
reforma a los Artículos 3º. Y 73 de la Constitución Política. Un diario
nacional dice el viernes 4 reciente que la SEP abrió un sitio web para difundir
“la reforma educativa” y desmentir los “mitos” en torno a ella, en donde se
afirma: “No se aplicarán exámenes imposibles de acreditar; la educación no se
privatiza; la iniciativa no fue impuesta por organismos internacionales; los
maestros que reprueben no perderán su plaza; no se establecerán cuotas en las
escuelas; no pretende desaparecer al sindicato o quitar derechos a los
docentes”. Ese es el dicho.
Los hechos son completamente
opuestos. Comenzó a circular hace unos días la “Guía Básica para colaborar
voluntariamente en acciones de mantenimiento escolar” (¿voluntariamente?), en
la cual se detallan las distintas actividades para el mantenimiento de los
edificios escolares. Una lectura simple refleja que esto va en el sentido de
reducir poco a poco lo que es la gratuidad de la educación y le empieza a pasar
los costos a los padres de familia, ¿o no?
Pero esa guía es sólo el
comienzo. Lo que se había anunciado como un diagnóstico para conocer la
cantidad de escuelas, su estado, así como el número real de maestros, etc.,
está resultando otra cosa muy diferente. Están desplazándose a diversos lugares
brigadas del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI)
para recabar información que se relaciona única y exclusivamente con cada uno
de los trabajadores de las escuelas. También aquí hay una lectura obvia: se
trata de incidir en la situación de cada uno de los maestros solamente, ¿En qué
sentido? Eso no se sabe pero se intuye porque no hay explicación alguna. En
esta, como en otras acciones, están dando la cara algunos presidentes municipales,
actuando como inspectores escolares y casi como inquisidores, lo cual por
supuesto no es por pura iniciativa propia, y si acaso lo es tienen que pararlos
porque esas no son sus atribuciones. Los brigadistas del INEGI, por lo menos en
algunos casos, también actúan como esquiroles preguntando a los docentes si
saben lenguas indígenas y otras cosas que no contempla “su cuestionario” y que
tampoco puede ser por mera casualidad. Como se puede ver, del dicho al hecho
hay mucho trecho. Para una persona normal la pregunta sería: por qué tanta
mentira y por qué tanta insistencia en ella.
Estas reformas se tienen que
derogar. Sino hoy mañana. Porque están completamente fuera de lugar. Mientras
se sigue la línea de desarticular la protesta con agentes dispuestos a jugar
ese papel, o por agotamiento completo de los participantes o, lo más grave,
mediante la fuerza que con ansia esperan los Anayas, los Villarreales, los
Maderos, los Lozanos y, por cierto, los Chuayffetes. Estos últimos dicen que
traerán grandes novedades pedagógicas de Alemania, lo que hace ver que en
México ninguna experiencia educativa vale la pena rescatar, ni siquiera las
necesidades actuales existentes en ese terreno. Así estamos.
(Artículo publicado el 7 de octubre en Diario de Xalapa)
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