Por Lisardo Enríquez L.
El sistema educativo
mexicano tiene grandes y numerosas deficiencias que atender. Es un sistema
complejo por sus dimensiones, por la diversidad
existente en maestros y alumnos, así como por las condiciones de las escuelas.
Hay un enorme rezago educativo: más de 30 millones de personas mayores de 15
años que no cuentan con educación básica, aproximadamente 10 millones de
jóvenes que no están estudiando, que tampoco están preparados para acceder a un
buen empleo y que tampoco se sabe a qué se dedican. Como estas, se pueden
seguir señalando otras limitantes.
Diversos sectores, grupos y
organizaciones podrían ser convocados para resolver estos y otros problemas. El
magisterio tiene que ser convocado a asumir el compromiso de mejorar su tarea.
Pero es necesario delimitar responsabilidades y emprender un gran movimiento
que atienda las desigualdades, la pobreza, el empleo y lo que hace falta en la
educación. El problema es que las reformas emprendidas este año tienen otro
propósito, están claramente inclinadas a favorecer a los empresarios y a
quienes están de su parte. Eso daña a la mayoría de la población mexicana, que
ya de por si se encuentra en un alto nivel de pobreza.
Se esperaba con ansias una
reforma educativa global, integral, que moviera conciencias y voluntades para
llevar a nuestro país a mejores niveles. Lo que hay hasta ahora, anunciado como
reforma educativa, son reformas a la constitución, en donde apareció el magisterio
como culpable único de lo que ocurre en este sector. En el libro La reforma constitucional en materia
educativa: alcances y desafíos, coordinado por Rodolfo Ramírez Raymundo y
editado por el Instituto Belisario
Domínguez del Senado de la República, el investigador Olac Fuentes Molinar
afirma “Sin duda, el maestro no es el único elemento responsable de la calidad
de los resultados educativos”. Y así es. Pero no se ha reconocido públicamente
hasta ahora que hay muchos factores que inciden en esta problemática, y se
fueron directo a señalar al maestro como causante de todos los males.
Entre los argumentos que se
dan sobre las deficiencias educativas, se señalan los resultados obtenidos en
las pruebas de los países que participan en la OCDE, en los cuales a México no
le ha ido bien. No se dice que en esa organización no participan todos los
países y tampoco, algo fundamental, que los ingresos de los maestros mexicanos
son de los más bajos de la OCDE. En lo interno, las autoridades se han dejado
llevar por quienes, entre otros, promovieron, produjeron y difundieron la
película “De panzazo”. Insisto, la realidad es más compleja.
Históricamente los padres de
familia han estado con los maestros. Existe una identificación en cuanto a los problemas de unos y otros y ha existido siempre una
colaboración recíproca. El momento que se está viviendo afecta por igual a toda
la gente que no forma parte de los grandes ricos. Una de las cuestiones que se
vienen es que los padres de familia solventen los gastos de todas las
necesidades de las escuelas. ¿No se afecta con esto la gratuidad de la
educación y el bolsillo de por sí ya deteriorado de las familias?
Artículo publicado en 24 de septiembre de 2013 en Diario de Xalapa.
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