Luis Donaldo Colosio Murrieta.
Por Lisardo Enríquez
L.
En las palabras del
economista y político sonorense Luis Donaldo Colosio Murrieta se advertía y se
sentía la franqueza frente a una realidad inhumana que se vivía y se vive aún
en nuestro país. Es imposible saber cuáles hubieran sido las realizaciones del
gobierno con él a la cabeza, pero desde sus discursos daba la impresión de tener
intenciones distintas para enfrentar esa realidad. De alguna manera se
comprueba con la forma trágica y brutal en que murió y con la manera en que
terminaron las investigaciones sobre ello.
Lo cierto es que al final de
la tarde y la noche del 23 de marzo de 1994, el país se estremeció ante la
noticia de su tortuoso asesinato. Muchos suspendimos nuestras actividades para
informarnos por la televisión de este hecho tan vil. En mi caso, fue hasta la
edición número 18 339 del 16 de enero de 1995 que expresé mi sentir en Diario de Xalapa. Al conmemorarse 20
años de aquel lamentable suceso, podemos ver que no todo es amnesia colectiva,
como dije en la fecha citada. Hoy lo recordaron aquí Lucila Flores Maranto, el
Dr. Tito Domínguez Lara y Alicia Dorantes, que son los textos que leí.
Desde luego no todas las
opiniones van por el mismo sendero. Hay quienes piensan que eran sólo palabras
y que la realidad hubiera sido la continuación sin más del abierto neoliberalismo salinista, si Colosio
hubiera sido presidente de la República. Es posible. Quienes tuvieron alguna
cercanía con Colosio (especialmente en la provincia) no lo veían así. Lo
anterior para nada tiene que ver con la espera de un mesías, sino la percepción
de una alternativa que puede, de muchas maneras, modificar el estado de cosas.
Pero tan es así que los intereses, sobre todo económicos, han sido capaces de
borrar esa posibilidad sin miramientos.
El sistema en el que vivimos
tiene pervertidas las palabras. Una cosa se dice y otra se piensa y se hace. Es
necesario, ¿cómo?, invertir estas formas. Mientras no se le dé a las palabras
su verdadero significado, lo que se exprese será principalmente engaño a los
demás, y en esto hay verdaderos profesionales incrustados en todas partes y a
todos los niveles. Dice Octavio Paz que “Cuando una sociedad se corrompe, lo
primero que se gangrena es el lenguaje. La crítica de la sociedad, en
consecuencia, comienza con la gramática y con el restablecimiento de los
significados”.
En el discurso del 6 de
marzo de 1994 en la Plaza de la República, precisamente frente al Monumento a
la Revolución, Luis Donaldo dijo: “¡Es la hora de cerrarle el paso al
influyentismo, a la corrupción y a la impunidad!” ¿A quiénes afectaron tanto
estas palabras como para tomar la decisión de mandar a asesinarlo? También
dijo: “El gran reclamo de México es la democracia. El país requiere ejercerla a
cabalidad. México exige; nosotros responderemos”. En los días que corren,
escuchamos un bombardeo de palabras en las que se dice se está actuando en
función de los principios del Gral. Lázaro Cárdenas y de Lic. Luis Donaldo
Colosio. ¿Usted ve así las cosas amable lector? ¿Lo que está aconteciendo
corresponde a esos principios?
Pienso que de cualquier
partido político que uno sea, o incluso si es uno ciudadano sin partido, con la
muerte de Colosio un poco de vida nos quitaron a cada uno de nosotros. El
estruendo de “La culebra” en Lomas Taurinas, Tijuana, fue y sigue siendo algo
repugnante, el escenario convenido para el oprobio, para la fechoría.
Artículo publicado el 7 de abril de 2014 en Diario de Xalapa.
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