miércoles, 24 de septiembre de 2014

Los 50 años del Conjunto Folklórico Veracruz.


Conjunto Folklórico Veracruz


Por Lisardo Enríquez L.

La ahora Benemérita Escuela Normal Veracruzana “Enrique C. Rébsamen” se ha caracterizado por poner buenos cimientos en la formación de quienes han estado en sus aulas y por divulgar todo aquello que es significativo de nuestras raíces culturales, como es el folklor. Pero cada época tiene lo suyo. La década de los años sesenta del siglo anterior se caracterizó en Veracruz por el apoyo fuerte a la educación y al deporte, incluyendo la construcción de edificios, como son los gimnasios que hay en Xalapa y la obra magna que constituye precisamente el local de nuestra escuela normal.

Casi a la par con la construcción del nuevo edificio de la Escuela Normal, hubo maestros entusiastas que promovieron la educación y varias manifestaciones del arte, entre ellas la danza autóctona y el baile regional, así como la música y el canto. Estas tres ramas del arte se desarrollaron de manera simultánea al crearse el Conjunto Folklórico Veracruz dentro de la propia normal, como pilar que llevaría a todo nuestro estado, al país y a las distintas regiones del mundo, la música y la danza originarias de Veracruz y de las demás regiones de México. El eje principal de realización de esta agrupación dancística fue el maestro Miguel Vélez Arceo, quien estudió en la Escuela Nacional de Maestros y en la Academia de la Danza Mexicana y quien, sin duda alguna, vino a dejar una huella profunda de su profesionalismo.

De manera paralela se conformaron grupos de música y de coros que tuvieron actividad independiente, pero que en principio se integraron por las necesidades del mismo Conjunto Folklórico Veracruz. A la cabeza del grupo musical se colocó el maestro Alberto de la Rosa y como organizador y preparador de coros el versátil maestro Mateo Oliva Oliva. Los artistas de danza, música y canto que formaron originalmente este Conjunto fueron estudiantes de la familia normalista que tomaron un camino que les dio y les sigue dando muchas satisfacciones.

Fundada en 1964, esta institución de divulgación de la danza, la música y las canciones del folklor mexicano se dio cita nuevamente en la Escuela Normal Veracruzana para celebrar 50 años de existencia. En el Auditorio de la misma los iniciadores bailaron, tocaron y cantaron este miércoles 17 de septiembre, con orgullo y alegría. El programa comenzó con la participación de la Banda Sinfónica del Gobierno del Estado, después con un desfile de jovencitas ataviadas con hermosos trajes regionales y lo que es propiamente la danza se presentó en dos cuadros: Istmo de Oaxaca y Veracruz. Acompañaron a los danzantes un grupo de guitarras, un coro de mujeres, la Marimba de los Hermanos Barranco, el Grupo de música jarocha Los Cantores dirigido por Alberto de la Rosa, así como un ballet folklórico de jóvenes y otro de niños.

Para cerrar esta conmemoración, el maestro Wilfrido Sánchez Márquez, Subdirector Técnico de la Dirección General de Educación Popular en aquellos años de la fundación del Conjunto Folklórico Veracruz, develó una placa alusiva, acompañado del maestro Fidel Hernández Fernández, Director de la Escuela Normal Veracruzana, así como de otros invitados especiales.


Es larga la lista de los integrantes del Conjunto. Algunos de ellos son los siguientes: Mirna Sánchez Sánchez, Rosalba Durán Platas, Esperanza Wells, Rolando Pérez Reyes, Alejandro Gómez, Austreberto Goméz Beristain, Jesús Hazas Murillo, Pedro Serrano Almeida, José Antonio Rodríguez González y muchos otros a quienes felicitamos desde este espacio que nos brinda amablemente Diario de Xalapa.

domingo, 14 de septiembre de 2014

Beguidi comienza a volar.


Mis primeros garabatos. 
Beguidi Sánchez Castillo.

Por Lisardo Enríquez. 
En la lengua zapoteca la palabra Beguidi significa mariposa. Y ese es el nombre propio de una niña que nació en diciembre del año 2003, a los 7 meses de gestación, es decir, antes que el común de la mayoría de los niños. El nombre que sus padres escogieron fue seleccionado de una lista que el maestro y antropólogo Carlo Antonio Castro les recomendó. Ella dice que su nombre le gusta mucho porque no es común y porque no conoce a alguien que se llame igual. También se puede decir que utilizar palabras de una lengua como el maya, el zapoteco, el náhuatl y otras con un bello significado, nos lleva a recuperar de alguna manera nuestra cultura originaria.

El padre de Beguidi, Sr. Arturo Sánchez y Gándara, ha estado muy relacionado con los libros, se dedica, entre otras cosas, a darles forma y presentación después de que fueron escritos por sus autores, esto es, tiene como oficio editar libros. Cuenta el Mtro. Sergio Vázquez Zárate que un día Beguidi dijo a su papá que quería su libro, a lo que él contesto que le dijera cuál para dárselo. Pero ella no se refería a un libro ya publicado, lo que deseaba era que le editara uno escrito por ella misma. En ese entonces tendría entre 8 y 9 años de edad.

Don Arturo se dio cuenta que su hija hablaba en serio, tenía varios dibujos y algunos pequeños textos escritos con su propia mano en hojas sueltas. Entonces se pusieron a trabajar. Con ayuda de su mamá, fue dándole forma a lo que sería su libro; su primer libro. En el mes de agosto de 2012, bajo el patrocinio de la Asociación para el Desarrollo Integral de la Región de Misantla, A.C., apareció en S. y G. Editores un libro tipo cuaderno rectangular con pastas gruesas llamado Mis primeros garabatos, cuya autora es Beguidi Sánchez Castillo.

En la Colección Narrativa y cuento infantil este texto trata de las experiencias que la autora ha tenido durante su infancia, etapa que todavía no abandona porque sigue siendo una niña. Es una lección de vida para muchos otros niños, incluso para jóvenes y adultos. Vivir entre libros y con quienes les dan vida a éstos en un medio impreso, que es precisamente el libro, procura obviamente el amor a ellos, a la letra, al lenguaje, a la lectura y a la escritura, como aquí se demuestra.

La portada y la contraportada tienen en su mayor extensión un color amarillo, grato a la vista, con bordes en color morado que dan un contraste bien logrado. En el centro de la portada está un dibujo que corresponde al autorretrato de la autora, rodeado con mariposas de diversos colores. El título y nombre de la autora están en letra manuscrita. Las páginas vienen en un papel suave, lynx opaque de 104 g. Las páginas pares tienen un breve texto con la letra manuscrita de quien los elaboró y las páginas nones llevan un dibujo de la misma autora. De ahí los garabatos, como ella los nombra. El libro todo es hermoso.

Es indudable que el ejemplo que demos a los hijos influirá en su formación, en su conducta. Beguidi habla de su gusto por el campo, las plantas y los animales; de su experiencia de sembrar junto con su papá maíz, frijol, aguacate, violetas y plantas de ornato. También cuenta que celebró su cumpleaños número 8 con un viaje a Tablón Chico, estado de Hidalgo, adonde fue con sus papás y otras personas a donar ropa y juguetes a los niños de aquella localidad. Su correo electrónico es beguidisc@hotmail.com y su Facebook es: Bibi Sánchez Castillo. La mariposa, Beguidi, empieza a volar, y puede ser que vuele alto. 

Artículo publicado el viernes 13 de septiembre en Diario de Xalapa. 

martes, 2 de septiembre de 2014

Libro sobre la Escuela Rural de Misantla (1952-1960)



Presentación del libro Hubo una vez una Escuela Normal Rural en Misantla.
(Foto: Plumas Libres) 



Por Lisardo Enríquez L.

Educación es pasión, es amor, es entregarse a una causa con gusto, por el placer de servirle a los demás en el proceso de la formación y desarrollo de su personalidad. En nuestro país, esta convicción estuvo vinculada a un ideal que surgió del movimiento revolucionario en su etapa de construcción que, como dicen quienes lo vivieron y quienes lo han estudiado, mantuvo su vigencia de 1921 a 1940. En ese lapso, la educación mexicana creó tres modelos propios para atender a los campesinos, a saber: la Escuela Rural Mexicana, las Misiones Culturales y las Escuelas Normales Rurales.

El ímpetu que en ese entonces les imprimió la frescura de la Revolución Mexicana en su tendencia eminentemente popular, hizo que estas modalidades tuvieran una filosofía específica para las necesidades de los habitantes de las zonas rurales. Es así como surgen las escuelas normales rurales a partir de 1922. El plan era crear una de estas escuelas en cada entidad federativa. Su número total llegó a 29 y a partir de 1969 quedaron solamente 15. Sin embargo, su esencia como instituciones para la educación en el campo terminó en 1942, fecha en que se unificaron los planes de estudio para todo el país, con un solo enfoque en el que predomina la visión urbana.

No obstante esos cambios en los planes de estudio, maestros y estudiantes mantuvieron en alto el ideal de estas escuelas. Por eso es importante rescatar la memoria de su acción, como ahora lo hace el maestro Salvador Hernández Mejía, quien llevó a su concreción la obra Hubo una vez una escuela normal rural en Misantla, Veracruz, con 192 páginas, la cual ya fue presentada en público en la Ciudad donde estuvo operando dicha escuela, y este jueves 28 de agosto en el Salón Azul de la Unidad Interdisciplinaria de Humanidades de la Universidad Veracruzana, en donde por muchos años el autor fue maestro en la facultad de historia.

La ceremonia de presentación de este ilustrativo texto fue todo un acontecimiento. El Salón fue insuficiente para albergar al público que asistió. Pero más allá de eso, la parte formal fue solemne y no por ello dejo de permitirse los comentarios de buen humor. Coordinó la mesa el Mtro. Arqueólogo Sergio Vázquez Zárate, Director de la Facultad de Antropología de la U.V. Hubo sólo dos presentadores: la Dra, Julieta Arcos Chigo y el Mtro. Ernesto Gerardo Fernández Panes. La Dra. Julieta Arcos sostuvo que este libro es un aporte a la historia de la educación de Veracruz, que es un rescate de la vida cotidiana de Misantla y que nos proporciona lo que es el ideal de ser maestro y de lo que debe ser la escuela.

Por su parte, el maestro Panes, como se le conoce afectuosamente, mencionó que esta obra de 17 capítulos va por el sendero de lo autobiográfico y de lo anecdótico y saca a luz pública  a los protagonistas de las historias que aquí se narran. Con la experiencia militante que el maestro Panes tiene desde su primera juventud, pintó el panorama de lo que ha sido la cuestión social y política de la segunda mitad del siglo XX.

La Escuela Normal Rural de Misantla “Enrique Rodríguez Cano” inició sus actividades en el mes de agosto de 1952, teniendo como edificio escolar una casona ubicada en la confluencia de las calles Alatriste y Las Cruces, en Misantla, Veracruz, y cerró sus puertas, para ser trasladada a Ximonco, municipio de Perote, en el año de 1960. El autor, y también protagonista importante en este relato dice textualmente: “parece que el único que defendió a la normal para que no se fuera de Misantla fue su fundador: el Profr. Pablo Limón Anell; y lo paradójico, es que a él también le tocó la clausura en Perote”, en el año de 1969.


Por todo lo que expresa Salvador Hernández Mejía, el maestro, el historiador, hace falta un justo y reconocido homenaje, que puede ser a través de biografías “vivas” de los maestros Pablo Limón Anell y José Galicia Esteban, quienes fueron la semilla principal en aquella escuela de Misantla. Al autor, a quien tuve la dicha de conocer gracias a la cercanía de colaborador que tuve con el maestro Manuel Gámez Fernández, se le conoce y reconoce por el trabajo que a lo largo de los años ha realizado con sus alumnos. Eso es lo que recuerdan  muy bien Ohtli y Jessica, sus alumnos en la facultad de historia.  

Artículo publicado el 1 de septiembre de 2014 en Diario de Xalapa.