Por Lisardo Enriquez L.
Al maestro Elly Marby
Yerves Ceballos
Inspirador de este
artículo.
La situación por la que
atravesaba el mundo durante la Segunda Guerra Mundial, la cual generó un reacomodo
de fuerzas en las cuales los Estados Unidos resultaron fortalecidos, aunada a
presiones internas y externas para que en México se modificara la orientación
política de los gobiernos que habían emanado de la revolución, especialmente de
los que radicalizaron los aspectos agrarios y educativos, propiciaron que a
partir de 1940 nuestro país diera un vuelco y reorientara el rumbo hacia una
política de “unidad nacional” y “conciliación”.
Efectivamente, se sabe que
el candidato del Gral. Lázaro Cárdenas para que lo sucediera en la presidencia
era el Gral. Francisco J. Mújica, pero dadas las condiciones descritas se tuvo
que optar por una persona moderada y ese fue el Gral. Manuel Ávila Camacho. Así
es como en esta coyuntura que cambió completamente las directrices del
movimiento social de la revolución, se pasa a una etapa en la que van a tener
mayor preponderancia la industrialización del país y el desarrollo económico
basado más en la inversión extranjera y la iniciativa privada, trayendo ambos como
consecuencia un fuerte crecimiento urbano de la población.
Para el caso de la educación
se encuentra a la persona adecuada que llena plenamente esta necesidad. Se
trata de Jaime Torres Bodet, un literato, intelectual, hombre inteligente y
laborioso que comprende bien el momento y despliega una labor intensa al frente
de la Secretaría de Educación Pública, dependencia clave en la cual pocos han
realizado bien el trabajo que se requiere. Torres Bodet ha sido de los mejores
en ese cargo. El papel de este hombre de letras desdice la afirmación que Jorge
Castañeda hace en entrevista con Fernando Botero cuando dice: “Los
intelectuales siempre tenemos el problema de tener ideas que son
irrealizables”.
Torres Bodet tuvo ideas, las
puso en práctica y le funcionaron. Es decir, las acciones realizadas en los dos
momentos en que estuvo encargado de la educación nacional no fueron ni
improvisaciones ni hechos derivados de un practicismo de burócrata. Sus
acciones estuvieron basadas en ideas, en un pensamiento claro que acomodó a lo
que eran las necesidades del país en esos tiempos y que
respondían también a los propósitos de los regímenes de gobierno a los que
sirvió.
Veía a la educación como un
desarrollo amplio de la personalidad de cada individuo, en lo cual la sociedad
entera tenía la mayor responsabilidad. Decía: “Ningún maestro, ninguna escuela,
educan más que la vida misma”. También decía: “De todas las demagogias la que
más me repugnaría encomiar ahora sería la que consiste en exagerar el poder de
transformación que la escuela tiene, y en pretender descargar arbitrariamente
sobre el maestro una responsabilidad que, por igual, nos incumbe a todos”.
Ideas fundamentales que actualmente muchos desconocen porque están más
“metidos” en sus intereses personales y
de grupo que en los de la nación.
Torres Bodet no sólo tuvo
ideas, y muy claras, sino que supo conjuntar a las personas adecuadas,
motivarlas para hacer un trabajo en el que él mismo estuvo todo el tiempo al
frente explicando qué es lo que el país necesitaba en esos momentos.
Vasconcelos, Bassols y Torres Bodet son los titulares de la SEP que estuvieron
a la altura de su responsabilidad, buscando el engrandecimiento de la nación en
la educación y la cultura. Torres Bodet fue el inspirador del Artículo 3º.
Constitucional reformado en 1946, que estuvo intacto y vigente durante más de
treinta años y al cual se han hecho modificaciones en los gobiernos
neoliberales.
Artículo publicado el 18 de noviembre en Diario de Xalapa.