miércoles, 3 de febrero de 2016






Por Lisardo Enríquez L.

Para Elia y Roberto

En esa joya literaria llamada La tierra del faisán y del venado, Antonio Mediz Bolio escribió: “El indio del Mayab sabe que antes que él, mucho antes que él, otros hombres poblaron su tierra y la hicieron bella y poderosa...Eran hombres santos, llenos de sabiduría”. En la tradición milenaria de Yucatán hay misterio, como en muchas culturas antiguas del mundo. 

Iniciado este siglo, en el año 2001 para ser más exacto, Ernesto Pérez Moguel publicó su obra El último gran relato del Balam Nah, donde nos lleva por los senderos de los conocimientos ocultos de los mayas, enmarcados en el tiempo de la guerra que sostuvieron contra los descendientes de los conquistadores de estas tierras, es decir, desde 1847 a 1850, con una extensión que marca el epílogo hasta 1901.

Balam es el nombre del jaguar, felino muy apreciado por los mayas; esa misma palabra se traduce como hechicero. De acuerdo con los estudiosos,una interpretación sobre la palabra balam refiere un compuesto formado por el morfema “bal” que significa “esconder debajo o detrás de algo” y la partícula “am” que implica un sujeto o actor. Según esto, balam es “el que se esconde, el que se oculta, el misterioso”. Otra acepción dice que bal es del verbo esconder y laam un adjetivo que se traduce como “al instante”, “veloz”, “como de rayo”. Si a ello agregamos que nah es lugar o casa, tenemos que balamnah es “el lugar que desaparece al instante”. Y explicado más a nuestro sentido occidentalizado y profano es un lugar especial, sagrado, donde pobladores selectos van a prepararse en las ciencias y las artes del conocimiento, las cuales abarcan diversos campos.

Pérez Moguel presenta su relato, nombrado por él como el último del Balam Nah, completamente vinculado al desarrollo de la lucha que los diversos grupos mayas llevaron a cabo en contra de sus dominadores, descendientes de europeos principalmente. En esta guerra destacan muchos valerosos mayas, entre ellos Manuel Antonio Ay, Cecilio Chi, Jacinto Pat y muchos otros grandes guerreros que después de haber ocupado con sus huestes la mayor parte de las poblaciones es poco lo que pueden hacer cuando esos tres dirigentes mueren, por lo que finalmente sucumben y quedan nuevamente sojuzgados por sus adversarios colonizadores y por quienes han ido surgiendo como gobernantes de esta nación.
Alicia M. Barabas ha estudiado lo que se denomina movimientos sociorreligiosos en México.  

En su libro Utopías Indias dice respecto a este caso específico: “Los movimientos mesiánicos como la Guerra de Castas, y la totalidad de las rebeliones mayas ocurridas en siglos pasados, son respuestas religiosas y bélicas del grupo oprimido, que intentan a la vez oponerse a la realidad constituida y construir nuevas sociedades-con el auxilio de sus dioses-según modelos propios diferentes a los instaurados por el colonialismo”.

La diferencia con el relato de Pérez Moguel consiste en que éste sugiere la existencia y participación de una organización iniciática (el balamnah) que sostiene con sus principios y fuerza espiritual, no sólo religiosa, las causas e ideología de los guerreros mayas. De hecho, habla de personajes que son el eslabón entre el balamnah y los jefes mayas. Bien sabemos actualmente que hubo este tipo de organizaciones entre los aztecas y en el otro lado del mundo entre los egipcios, por citar dos casos.

Artículo publicado en Diario de Xalapa el miércoles 3 de febrero de 2016.

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