lunes, 28 de marzo de 2016

Fernando Solana, hombre comprometido con México.



Por Lisardo Enríquez L.


El miércoles 23 de marzo de 2016 dejó de existir Fernando Solana Morales a los 85 años de edad. Hombre del sistema político con una visión crítica de la realidad y de las instituciones, demostró desde diferentes trincheras y con su acción constante su amor a México. Bien recordamos que como Secretario General de la Universidad Nacional Autónoma de México acompañó el primero de agosto de 1968 al rector Javier Barros Sierra durante la marcha del silencio, en aquel año en que tuvo lugar el Movimiento Estudiantil en nuestro país.

Su preparación académica, así como su participación en el medio social y político, lo llevaron a desempeñar numerosos cargos públicos en los cuales siempre demostró su valía. Fue secretario de comercio, secretario de relaciones exteriores y secretario de educación pública. Este último cargo lo asumió en dos ocasiones, la primera de las cuales puede recordarse por su empeño en la desconcentración y descentralización de la SEP hacia los estados. En el estado de Veracruz nombró al Antropólogo Don Gonzalo Aguirre Beltrán como delegado.

Fue en ese tiempo que se establecieron las delegaciones generales de la SEP y se responsabilizó a las entidades federativas de la administración completa de los servicios de educación básica y normal. Puso en marcha un programa llamado Educación para Todos con tres subprogramas específicos: educación primaria para todos los niños, castellanización de la población escolar indígena y educación básica de adultos. Durante su administración se crearon el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA) y el Colegio Nacional de Educación Profesional Técnica (CONALEP).

Se preocupó por el estudio de la situación nacional que procurara sustento a las acciones. En ese sentido promovió y dirigió trabajos de debate, análisis y propuesta a través de grupos de académicos e interesados en la problemática educativa del país. En la primera época en que estuvo al frente de la SEP se publicó el libro Historia de la Educación Pública en México con el sello editorial del Fondo de Cultura Económica en 1981 primero y de esta misma editorial y la SEP en una edición conmemorativa en 1982. Dicho libro fue coordinado por él mismo, así como por Raúl Cardiel Reyes y Raúl Bolaños Martínez. En la introducción Solana dijo que “Una nación estudia su historia para conocerse mejor”.

La vida de Don Fernando Solana fue de plena actividad por sus principios y su visión de país. Presidió el Fondo Mexicano para la Educación y el Desarrollo y desde ahí realizó coloquios y otros eventos en favor de la educación. Producto de ese trabajo en 2006 Siglo XXI Editores publicó la obra Educación Visiones y Revisiones, que en 2007 tuvo su segunda edición. Solana aparece como compilador de los textos. Su palabra se encuentra nuevamente en la introducción al libro. Dice: “En México, la educación dejó de ser factor de unidad nacional e impulsor del crecimiento económico y de la equidad social. Este proceso ha sido gradual pero consistente, por lo menos desde hace 25 años”. Y fue más allá: “Nos ha faltado visión y audacia en el diseño y proyección de las políticas educativas”. Es decir, el México anterior a 1980, con todas las limitaciones que haya tenido en todos los campos, fue muy distinto al que se ha vivido de entonces a la fecha.


Don Fernando Solana fue hombre del sistema, pero no acomodaticio sino crítico. Propuso cambios de fondo en el sistema político mexicano por encontrarse agotado su modelo. Pero el sistema es ajeno a la crítica, por lo menos hasta ahora.

Artículo publicado el 28 de marzo de 2016 en Diario de Xalapa. 

miércoles, 23 de marzo de 2016

La encrucijada en Veracruz hoy.



Marcha del 10 de marzo de 2016 en Xalapa, Ver. 
Tomada de Centro Noticias


Por Lisardo Enríquez L. 



Nunca como ahora los veracruzanos estuvieron ante la difícil situación de analizar su futuro inmediato, el futuro de esta entidad federativa con largas costas en el Golfo de México propias para la pesca y el turismo, así como una variedad de riquezas naturales y humanas a lo largo y ancho del territorio. Después de ese análisis se requiere de la participación más activa de toda la población en las decisiones públicas. Ya no es posible que un selecto grupo de personas se la pasen haciendo lo que quieran, si supuestamente representan a grandes conglomerados de personas. Es por eso que todos los ciudadanos tienen el derecho y la obligación de ser también políticos responsables de aquello que es del común.

Se necesitan personas sensatas y capacitadas verdaderamente para los cargos públicos, personas que centren cuidadosamente sus juicios antes de actuar respecto a los problemas que se les presenten, que no arrastren odios y todo se les haga fácil quitando supuestos enemigos de su camino. Se requiere de personas que demuestren cuáles son sus bienes, cuando los adquirieron y de qué ingresos disponían cuando se hicieron de ellos. Se trata de que la población sopese con mucho cuidado a quienes elige para un cargo público, que no se deje llevar solamente por la propaganda o por intereses puramente individuales. Se trata de conocer los antecedentes de quienes buscan poder y saber para qué lo quieren. La gente del pueblo ya no debe permitir que sigan los mismos, que tomen puestos personas improvisadas que logran cosas a base de engaños y de dádivas a otros más poderosos que ellos.

La realidad nos avasalla. Hoy las condiciones de los veracruzanos han ido a menos en cuanto a empleo, finanzas, productividad, iniciativas y programas de desarrollo real, así como en relación a los servicios. Los niveles de pobreza son escandalosos en un alto porcentaje de la población, mientras unos cuantos gozan de recursos económicos mal habidos.

En un estado civilizado no deben volver a ocurrir hechos como aquel desalojo de maestros del 13 de septiembre de 2013 con bastones eléctricos, ni como el protagonizado en Xalapa y Boca del Río en 2015 con motivo de la evaluación magisterial con policía montada y grupos de golpeadores vestidos de civil, ni estudiantes universitarios a los que se les allana su espacio para darles tremenda golpiza, ni el desalojo a los pensionados que se dio mientras una comisión tenía pláticas de supuesta negociación, por citar los más salvajes. Ni debe haber ya periodistas o dirigentes sociales desaparecidos y/o asesinados por autores materiales e intelectuales no identificados, ni fuerzas de “seguridad” que entreguen a ciudadanos a los criminales, si es que efectivamente ha sido así. La población no debe estar expuesta ante quienes no respetan a los demás, al contrario, la ciudadanía es la primera que debe ser tomada en cuenta para atender necesidades, problemas y reclamos.

Dicho de otra manera, la ciudadanía tiene que estar bien informada y ser activa en todo lo que concierne a las actividades colectivas, porque los representantes, dirigentes o gobernantes lo son para un conglomerado o para un pueblo, no para ellos mismos y menos en contra de sus propios representados o gobernados. Es inaplazable establecer legalmente, antes que nada, la revocación de mandato, para que si los gobernantes no cumplen estas cuestiones elementales sean relevados del cargo de inmediato. Así también debe hacerse con otro tipo de representantes y dirigentes: el que no trabaje para sus representados que se dedique a otra cosa. Hay que castigar severamente la corrupción, la soberbia y la incapacidad.

Parafraseando a la rectora de la Universidad Veracruzana al encabezar “la gran marcha”: es mucho lo que nos deben.  



Artículo publicado el lunes 21 de marzo en Diario de Xalapa. 

martes, 15 de marzo de 2016

León-Portilla y los antiguos mexicanos.


Miguel León Portilla



Por Lisardo Enríquez L.

Desde tiempo inmemorial el ser humano busca sus remotas raíces, su identidad. Ésta a veces ha sido suplantada por los vencedores de una conquista, sustituida por la cultura que en cierto momento domina a un grupo, a una nación. Y a veces se camina sin rumbo claro porque falta una dirección. Porque no sabemos exactamente qué y quiénes somos, para también interrogarnos a dónde deseamos ir. Por eso es tan importante la contribución de quienes dedican su existencia a hurgar paciente y tenazmente en las raíces de cada pueblo, como en nuestro caso lo ha hecho el Dr. Miguel León-Portilla.

 Historiador y lingüista dedicado al estudio de la cultura náhuatl en sus propias fuentes por más de 60 años, acaba de recibir un homenaje muy merecido por parte de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), al cumplir 90 años de vida el 22 de febrero de este 2016. Es maestro e investigador emérito de la citada institución, además de ser miembro de El Colegio Nacional,la Academia Mexicana de la Lengua, así como de otras instituciones académicas del país y del extranjero. Ha recibido numerosos premios y condecoraciones. En 1995 el Senado de la República le otorgó la Medalla “Belisario Domínguez”.

Como producto de sus investigaciones, ha publicado poco más de 15 libros, algunos de los cuales son los siguientes: La filosofía náhuatl estudiada en sus fuentes (1956); Siete ensayos sobre cultura náhuatl (1958); Visión de los vencidos (1959); Los antiguos mexicanos a través de sus crónicas y cantares (1961); Quince poetas del mundo náhuatl (1993); Bernardino de Sahagún, pionero de la antropología (1999) y Poesía náhuatl, la de ellos y la mía (2006). Otros tienen relación con la cultura maya y otros temas. De estos libros se han hecho varias ediciones y traducciones.

Don Miguel León-Portilla ha dicho que en su formación influyeron dos grandes mexicanos: el antropólogo Don Manuel Gamio y el padre Ángel María Garibay. El también investigador Patrick Johansson, discípulo de Don Miguel, dice que éste aprendió la lengua náhuatl del padre Garibay. Lo cierto es que Garibay y León-Portilla son los pilares fundamentales del estudio sobre el pensamiento, literatura y filosofía de la cultura náhuatl, particularmente prehispánicos.

En Los antiguos mexicanos a través de sus crónicas y cantares, el autor deja en el inicio una afirmación categórica: “En Teotihuacán fue donde tuvo lugar el máximo esplendor intelectual y material de las culturas antiguas del México central”. Sin decirlo pronto ni citarlo de manera específica, da un valor como segunda gran cultura a los Toltecas. Después viene el estudio puntual de los distintos grupos culturales del altiplano central durante el establecimiento y desarrollo de los mexicas o aztecas, de quienes menciona a Tlacaelel como el reformador político, social, histórico y religioso que dio a ese pueblo una visión místico-guerrera y lo llevó a tener un dominio sobre extensos territorios.

Sin embargo, la aportación más importante de León-Portilla en este libro consiste en destacar que dentro de una parte de los mexicas y en los otros grupos nahuas vecinos se cultivó la parte espiritual que venía de la cultura tolteca, de manera muy distinta a la visión de Tlacaelel. Así, rescata el papel de los tlamatinimes, los más elevados guías dentro del mundo náhuatl prehispánico, quienes “elaboraron una concepción hondamente poética acerca del mundo, del hombre y de la divinidad”. Para ejemplificar lo anterior transcribe en español una serie de cantos pertenecientes a grandes personajes de Texcoco, Tacuba, Huexotzinco, Tlatelolco, Chalco y Ayapanco.


Sin duda, una vida muy productiva la de Don Miguel León-Portilla, quien nos ha traído al español innumerables textos recogidos de los códices o libros de pinturas de la época prehispánica, evidenciando así cual era el pensamiento de los antiguos mexicanos.

(Artículo publicado el 14 de marzo de 2016 en Diario de Xalapa.)