Miguel León Portilla
Por Lisardo Enríquez
L.
Desde tiempo inmemorial el
ser humano busca sus remotas raíces, su identidad. Ésta a veces ha sido
suplantada por los vencedores de una conquista, sustituida por la cultura que
en cierto momento domina a un grupo, a una nación. Y a veces se camina sin
rumbo claro porque falta una dirección. Porque no sabemos exactamente qué y
quiénes somos, para también interrogarnos a dónde deseamos ir. Por eso es tan
importante la contribución de quienes dedican su existencia a hurgar paciente y
tenazmente en las raíces de cada pueblo, como en nuestro caso lo ha hecho el
Dr. Miguel León-Portilla.
Historiador y lingüista dedicado al estudio de
la cultura náhuatl en sus propias fuentes por más de 60 años, acaba de recibir
un homenaje muy merecido por parte de la Universidad Nacional Autónoma de México
(UNAM), al cumplir 90 años de vida el 22 de febrero de este 2016. Es maestro e
investigador emérito de la citada institución, además de ser miembro de El
Colegio Nacional,la Academia Mexicana de la Lengua, así como de otras
instituciones académicas del país y del extranjero. Ha recibido numerosos
premios y condecoraciones. En 1995 el Senado de la República le otorgó la
Medalla “Belisario Domínguez”.
Como producto de sus
investigaciones, ha publicado poco más de 15 libros, algunos de los cuales son
los siguientes: La filosofía náhuatl
estudiada en sus fuentes (1956); Siete ensayos sobre cultura náhuatl (1958);
Visión de los vencidos (1959); Los antiguos mexicanos a través de sus crónicas
y cantares (1961); Quince poetas del mundo náhuatl (1993); Bernardino de
Sahagún, pionero de la antropología (1999) y Poesía náhuatl, la de ellos y la
mía (2006). Otros tienen relación con la cultura maya y otros temas. De
estos libros se han hecho varias ediciones y
traducciones.
Don Miguel León-Portilla ha
dicho que en su formación influyeron dos grandes mexicanos: el antropólogo Don
Manuel Gamio y el padre Ángel María Garibay. El también investigador Patrick
Johansson, discípulo de Don Miguel, dice que éste aprendió la lengua náhuatl
del padre Garibay. Lo cierto es que Garibay y León-Portilla son los pilares
fundamentales del estudio sobre el pensamiento, literatura y filosofía de la
cultura náhuatl, particularmente prehispánicos.
En Los antiguos mexicanos a través de sus crónicas y cantares, el
autor deja en el inicio una afirmación categórica: “En Teotihuacán fue donde
tuvo lugar el máximo esplendor intelectual y material de las culturas antiguas
del México central”. Sin decirlo pronto ni citarlo de manera específica, da un
valor como segunda gran cultura a los Toltecas. Después viene el estudio
puntual de los distintos grupos culturales del altiplano central durante el
establecimiento y desarrollo de los mexicas o aztecas, de quienes menciona a
Tlacaelel como el reformador político, social, histórico y religioso que dio a
ese pueblo una visión místico-guerrera y lo llevó a tener un dominio sobre
extensos territorios.
Sin embargo, la aportación
más importante de León-Portilla en este libro consiste en destacar que dentro de
una parte de los mexicas y en los otros grupos nahuas vecinos se cultivó la
parte espiritual que venía de la cultura tolteca, de manera muy distinta a la
visión de Tlacaelel. Así, rescata el papel de los tlamatinimes, los más
elevados guías dentro del mundo náhuatl prehispánico, quienes “elaboraron una
concepción hondamente poética acerca del mundo, del hombre y de la divinidad”.
Para ejemplificar lo anterior transcribe en español una serie de cantos
pertenecientes a grandes personajes de Texcoco, Tacuba, Huexotzinco,
Tlatelolco, Chalco y Ayapanco.
Sin duda, una vida muy
productiva la de Don Miguel León-Portilla, quien nos ha traído al español
innumerables textos recogidos de los códices o libros de pinturas de la época
prehispánica, evidenciando así cual era el pensamiento de los antiguos
mexicanos.
(Artículo publicado el 14 de marzo de 2016 en Diario de Xalapa.)
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