Por Lisardo Enríquez
L.
En la Revista La Palabra y el hombre de la Universidad
Veracruzana, Num. 35 correspondiente a los meses enero-marzo de 2016, se rinde
homenaje al escritor jalisciense Juan Rulfo al cumplirse 30 años de su desaparición
física, con colaboraciones de Sergio Pitol, Alberto Vital, José Miguel Barajas
García, Adrián Gerardo Rodríguez Sánchez, Irlanda Villegas, Francesca Polito,
Francoise Perus y José Luis Martínez Suárez. Se trata de un volumen bien
combinado en imágenes y textos. Los segundos son tratados desde distintos
ángulos por sus autores, con puntos de vista personales de crítica.
Inicia con el escrito Juan Rulfo: Pedro Páramo que Sergio
Pitol elaboró en 1966 como prólogo para la primera edición de esta novela en
polaco. El Premio Cervantes expresa
en el último párrafo lo siguiente: “Una visión fatalista de la Historia, la
revelación de alguna zona de la realidad mexicana, crítica del caciquismo y de
sus consecuencias, las tinieblas que envuelven al espíritu del hombre, la
imagen de una soledad desértica...”
José Miguel Barajas trata la
relación de la escritura de Rulfo con el poeta en lengua alemana Rainer María
Rilke y con el poeta mexicano del Grupo
Contemporáneos José Gorostiza.
Destaca que El llano en llamas y Pedro
Páramo están emparentados con la obra cumbre de cada uno de los poetas
citados: con Elegías de Duino del
primero y con Muerte sin fin del
segundo. Es decir, se advierte en Juan Rulfo, como lo dice Barajas, que “hay la
asimilación de una lectura profunda tanto de Rilke como de Gorostiza”. Barajas
cita textos en los que se pueden ver las semejanzas. Incluso, las expresiones
“soledad en llamas” y “páramo de espejos” del poema V de Muerte sin fin, muestran la relación de que se habla. Rulfo
admiraba a Gorostiza y, además, coincidentemente, ocupó su lugar como miembro de la Academia Mexicana de la
Lengua.
Cada texto de homenaje a
Juan Rulfo en La palabra y el hombre aborda
una arista de importancia sobre la obra de este escritor, que en particular
respecto a su novela Pedro Páramo el
colombiano Gabriel García Márquez expresó: “Nunca desde la noche tremenda en
que leí la Metamorfosis de Kafka...había sufrido una conmoción semejante”. Por ello, los ensayos publicados en la
revista de la Universidad Veracruzana nos invitan a releer al autor, porque
seguramente encontraremos algo que no habíamos advertido antes.
En El llano en llamas (1953) y en Pedro
Páramo (1955) hay una ruptura, un nuevo comienzo. La situación de nuestro
país para esas fechas ya mostraba retrocesos respecto a lo que se esperaba de
la Revolución Mexicana como reivindicación de las clases populares. Con el
ejemplo de Comala en su novela y de sus cuentos, especialmente Luvina, Rulfo
deja en la memoria lugares abandonados, pedregosos, desérticos, pueblos de
tristeza, donde habitan vivos muertos o muertos vivos, no se sabe; lugares de
oscuridad en los cuales aparecen personas vestidas de negro, donde un poderoso
somete a todos y se burla de ellos, viola a todas las mujeres, en resumen, hace
lo que quiere.
La obra de Juan Rulfo, como
la de José Gorostiza, se reduce a pocos libros, pero de inmensa trascendencia.
Por eso una escritora como la norteamericana Susan Sontag ha podido afirmar que
la novela de Rulfo no es sólo una de las obras maestras de la literatura
mundial del siglo XX, sino uno de los libros más influyentes de ese mismo
siglo.
Artículo publicado el 11 de abril en Diario de Xalapa.