miércoles, 17 de julio de 2013

Leer para vivir.



Por Lisardo Enríquez L. 

En un momento difícil para Venezuela, ocasionado por las afectaciones de las lluvias torrenciales de 1999 en que se declaró estado de emergencia en algunos estados de ese país, los miembros de la organización Banco del Libro crearon el proyecto “Leer para vivir”, usando una frase concebida por el escritor francés  Gustavo Flaubert, para que mediante la lectura la población recuperara la esperanza en la reconstrucción de sus comunidades.

Y si bien en una situación como aquella los libros fueron útiles para brindar una terapia a las personas, es decir, constituyeron el medio para proveer un alivio espiritual; en nuestro país hay muchas y muy diversas circunstancias por las cuales ese alimento debiera llegar a todos los habitantes mayores de 6 o 7 años. Pero no es así, llega a muy pocos. Las estadísticas han revelado que los lectores en México constituyen una cifra mínima de la población total. Incluso, entre quienes poseen certificados y títulos no son tantos los lectores que vayan más allá de los libros obligados de texto en el caso de estudiantes y especializados en tratándose de profesionales.

Este tema resulta oportuno porque se acerca el Día Internacional del Libro instituido por la UNESCO, el cual se celebra cada 23 de abril desde 1996. La fecha se hace coincidir con la del fallecimiento de tres grandes hombres de las letras: Miguel de Cervantes Saavedra, William Shakespeare y el Inca Garcilaso de la Vega. Uno de los propósitos de esta conmemoración es fomentar la lectura, que a pesar de nobles esfuerzos sigue siendo terreno virgen en México.

Hace falta una fuerte promoción de la lectura en todos los espacios y medios en el país. La lectura puede generar una revolución cultural si se hace con decisión, de manera sistemática y con un gran entusiasmo prolongado en el tiempo. Para esto es necesario sentar las bases, pero en serio, sin arrogancia y sin fanfarronadas. Si verdaderamente vamos a mejorar la educación tenemos que empezar por darle su lugar a la lectura dentro y fuera de la escuela. Porque esta tarea tiene que envolver a la sociedad toda, empezando por cada uno de los servidores públicos de los diferentes niveles y áreas.

Es necesario llenar todos los espacios públicos de mensajes que inviten a la lectura, en la televisión, en la radio, en el cine, en los periódicos y revistas, en espectaculares como los que con tanta rapidez ponen los candidatos a puestos de elección popular, y en todas las formas en las que sea posible de acuerdo a las características de cada núcleo de población. Por cierto, al sistema educativo le hace falta dedicarse a formar lectores en todos los niveles, cosa que no se hace y que no es culpa principal de los maestros de grupo. Es  indispensable que en  las escuelas normales operen talleres de lectura en forma permanente para todos los alumnos, en lugar de que se piense en cerrarlas.

La lectura tiene que estar en el centro de las preocupaciones de todos los servidores públicos, especialmente de quienes trabajan para la educación y la promoción y difusión de la cultura. En cuanto a los maestros tiene que ser su actividad esencial en lo personal y en lo profesional. La lectura da a las personas otra perspectiva de su existencia, por eso, hay que “Leer para vivir”.


 Artículo publicado en Diario de Xalapa el 16 de abril de 2013.

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