Stefan Zweig. Tres maestros.
Por Lisardo Enríquez
L.
A mis amigos del
grupo de lectura
Hay escritores que dejan una
huella profunda en la memoria y en el corazón. En particular son aquellos que
tienen una forma de escribir que lo lleva a uno de la mano de principio a fin
de una obra y que impacta precisamente en la mente y en el alma del lector. Uno
de ellos es el austriaco Stefan Zweig, descendiente de judíos que estudió
filosofía e historia de la literatura y que es de los más destacados de la
primera mitad del siglo XX. Su pasión fue viajar por el mundo.
Zweig es autor de una obra
abundante, principalmente de novela y biografía. Uno de sus libros de
biografías se llama Tres maestros. En
él aborda la personalidad y la obra de Honorato
de Balzac, Carlos Dickens y Fedor M. Dostoiewski, novelistas del siglo XIX.
Pero va más allá de lo que es una biografía, su trabajo es de crítica literaria
dirigida a hurgar en la psicología de cada novelista; del francés, del inglés y
del ruso. De ahí penetra al interior de la obra y de los personajes, siempre en
relación con la sociedad en la cual viven.
El libro está dedicado a
otro grande de la novela y la biógrafía, Romain Rolland, contemporáneo y amigo
de él, con quien coincidió en denunciar las atrocidades de la guerra. El mismo
autor nos dice que cada uno de los tres novelistas por él estudiados “tiene su
esfera propia. Balzac, el mundo de la sociedad; Dickens, el mundo de la
familia; Dostoiewski, el mundo del Uno y el Todo”. Leer lo que corresponde a
cada autor es una delicia, una emoción, un deseo de seguir hasta el final. Sin
embargo, por razones propias del conocimiento y motivación
de Zweig, yo creo, a Balzac y a Dickens les dedica veinte páginas, en tanto a
Dostoiewski cerca de ochenta.
Balzac se propuso hacer una
obra magna llamada La comedia humana
en contraposición a la Divina comedia
de Dante. No logró concluirla, pero dejó escritos ochenta volúmenes de esa obra
y Zweig dice que se le tiene que juzgar por su obra completa no por unas
cuantas de sus novelas. Como en la gran mayoría de los escritores, en Balzac
hay mucho de autobiografía. El biógrafo da ejemplos de ello.
También en Dickens se ve lo
autobiográfico, entre otras obras en David Copperfield; los recuerdos de su
infancia. Y precisamente en la obra de este escritor están las consideraciones
a los niños y a los pobres. Dice Zweig que Dickens “era un genio visual”. En él
hay un arte reproductor porque va a lo pictórico, a las características que dan
una descripción perfecta de lo exterior.
En Dostoiewski, como en
Balzac, los personajes se ven desde su propio interior. En el ruso, dice Zweig,
estamos ante un mundo místico y virgen que gira entre la muerte y la locura,
pero donde cada uno de los problemas personales se relaciona con un “problema
insoluble de la humanidad”. Hay que recordar que Dostoiewski vivió las
situaciones más tremendas desde el nacimiento. Dice el biógrafo crítico que
“los cincuenta y seis años terribles de su vida discurren en un asilo de
miseria, pobreza, enfermedades y privaciones”. Y así, dejó una obra monumental
y extraordinaria. El austriaco lo define de la siguiente manera: es “el mejor
conocedor del alma humana de todos los tiempos”.
Artículo publicado el 25 de junio de 2013 en Diario de Xalapa.
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