El poeta, ensayista y Premio
Nobel de Literatura Octavio Paz
renunció a su cargo de embajador de México en la India a raíz de los hechos
sangrientos del 2 de octubre de 1968. En febrero de 1970 publicó su libro Posdata, en el que entre otras muchas
cosas dice: “Hubiera bastado con oír lo que el pueblo decía a través de las
peticiones juveniles; nadie esperaba un cambio radical pero sí mayor
flexibilidad y una vuelta a la tradición de la Revolución mexicana, que nunca
fue dogmática y sí muy sensible a las mudanzas del ánimo popular”.
Hoy, ante los reclamos del
magisterio nacional hace falta demostrar capacidad de negociación auténtica por
parte del gobierno federal. Se insiste en que los maestros inconformes son una
minoría y en que están desinformados. No es así. Las evidencias son claras. Han
sido largos años en que unos cuantos deciden por la mayoría.
Nuestra nación debe saltar a formas democráticas reales en donde haya participación
efectiva de todos.
Los voceros hablan de
reforma educativa en la que está plasmado el interés de la mayoría de la
población. No es así. A los únicos que se consultó para elaborar las reformas a
la constitución y para hacer las llamadas leyes secundarias es a los
integrantes del llamado pacto por México. Tan sencillo que los profesores
puedan ser partícipes de lo que se debe hacer, ello por supuesto da mayor
legitimidad al propio gobierno y además está previsto en las normas. Se repite
con insistencia que los derechos no sufren alteración alguna. Pero el contenido
de la ley, ahora promulgada, dice otra cosa. Por otro lado, se intenta
enfrentar a los ciudadanos con los maestros de muy diversas maneras.
Hay aquí una forma de
entender el principio de autoridad como decisión unilateral que viola las leyes
a las que se apela. En el problema que se está viviendo en estos días están
involucrados los intereses económicos y de personalidad de grupos muy fuertes
de los partidos mayoritarios, de agrupaciones empresariales y de quien o
quienes aconsejan las reformas. Destacan aquellas personas que llaman a la
represión del magisterio que hoy protesta, las cuales pertenecen precisamente a
esos partidos y a quienes habrá que responsabilizar desde ahora de hechos que pudieran
afectar la integridad física de los docentes en cualquier lugar del país,
individual o colectivamente.
El Dr. Roger Díaz de Cosío,
funcionario de la SEP en varias administraciones, en una de sus más recientes
aportaciones dice: “Se trata como niños a los maestros, a los niños y a los
jóvenes: se les dice con gran precisión lo que deben hacer, en cada hora de
clase, todos los días del año escolar. No se les da tiempo para que ejerzan su
propia iniciativa”. ¿No sería mejor comenzar de esta manera lo que podría ser realmente
una reforma educativa, generando metodologías en donde alumnos y maestros
puedan tener iniciativas propias, aprendiendo realmente a pensar y a ser
creativos, por ejemplo? Estas decisiones no corresponden realmente a la mayoría
de los mexicanos.
(Artículo publicado el 13 de septiembre de 2013, en Diario de Xalapa)
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