Por Lisardo Enríquez
L.
Durante los gobiernos
federales que hubo entre 2000 y 2012, los panistas intentaron hacer una serie
de reformas para las cuales tropezaron entonces con la oposición del Partido
Revolucionario Institucional (éste en realidad buscó ponerles zancadilla para
gobernar más que para evitar las reformas), pero con el gobierno actual (del PRI)
y sus “legisladores” encontraron las condiciones que necesitaban.
Es decir, hay una gran coincidencia entre esos
dos partidos políticos tanto en los principios sobre el desmantelamiento de las
empresas estatales, los cuales obedecen fielmente a la orientación neoliberal
que se acomoda a las líneas de dominación económica de los Estados Unidos, como
respecto a los intereses pragmáticos personales y de camarillas de quienes van
a incrementar de manera exorbitante sus negocios en materia energética, entre
quienes están políticos priístas y panistas así como grupos de empresarios que
van por lo suyo.
La sociedad debe exigir que quienes
se dediquen a los negocios no participen en cargos y comisiones que
corresponden a la función pública. Quienes actualmente están relacionados con
los negocios de la gasolina, el petróleo, el gas y la energía eléctrica (hay
nombres muy concretos que se han dado a conocer a través de distintos medios)
deben renunciar de inmediato a su puesto en el gobierno, en el Congreso o en
donde lo tengan. Y esto debe contemplarlo la ley: que son incompatibles los
negocios privados con la función pública.
Es una verdadera
desvergüenza que ante tanta corrupción los gobernantes de cualquier nivel y
signo político hagan como que no pasa nada, como aquel de San Blas que
solamente robó poquito y que tendrá una segunda oportunidad para llevarse más
de lo que tomó la ocasión anterior. Que conste que este señor es un “pez
chico”, los grandes como Granier, Gordillo, el que salió de la cárcel ya en
este sexenio casi en calidad de héroe para disponer de sus grandes cuentas
multimillonarias y muchos otros que ni siquiera han pisado el reclusorio, han
lastimado en lo más profundo a la patria.
De manera que el “gran
calado” es éste, la profundidad y la hondura con la que todos estos señores han
tomado lo que han podido y lo que han querido, engañando con el cuento de mejorar
la condición de todos los ciudadanos. Las “reformas de gran calado” o “reformas
estructurales” fueron preparadas para beneficiar a unos cuantos mexicanos de
dinero y a grupos de extranjeros, en tanto van en aumento los millones de
mexicanos que son cada vez más pobres, los cuales se encuentran entre “Los
condenados de la tierra”, como les llamó Frantz Fanon.
Bueno, ni la advertencia de
una experiencia en los propios Estados Unidos le ha servido a los apurados
reformadores mexicanos. Edmund Gerald Brown, Gobernador por segunda ocasión en
California, en reciente visita a nuestro país externó en el Senado de la
República que de no regular adecuadamente (con “mano dura”) a las compañías
privadas que vienen a invertir en el mercado del petróleo y la electricidad,
“se los van a comer vivos”. Y es que en California tuvieron una desagradable
colaboración, en particular con la empresa Enron Corporation, una de las que muy probablemente estarán en
grande en México. Un empleado de dicha Compañía reconoció que la empresa le
robó a California entre uno y dos millones de dólares al día durante el periodo
de crisis.
Cito para terminar unas
palabras que el 27 de septiembre de 1960 pronunció el Lic. Adolfo López Mateos,
Presidente de la República, con motivo de la Expropiación de la Industria
Eléctrica: “Pueblo de México, les devuelvo la energía eléctrica, que es de
exclusiva propiedad de la Nación, pero no se confíen porque en los años futuros
algunos malos mexicanos identificados con las peores causas del país intentarán
por medios sutiles entregar de nuevo el petróleo y nuestros recursos a los
inversionistas extranjeros”.
Artículo publicado el 7 de agosto de 2014 en Diario de Xalapa.
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