lunes, 6 de abril de 2015

La otra Jesusa de Oaxaca


Escuela Secundaria Esfuerzo Obrero, Cd. Mendoza;Veracruz. 



Por Lisardo Enríquez L.

La otra Jesusa de Oaxaca no era del Istmo, sino de la Alta Mixteca, de Teposcolula hacia la montaña. De un pueblo de indígenas mixtecos que se llama Santa María Ndoayaco. Se hizo madre soltera en plena época de la Revolución Mexicana. Su primer hijo nació en 1914. La necesidad la llevó en un peregrinaje de su lugar de origen hasta Santa Rosa, lugar de las grandes montañas y los nacimientos de agua, a donde otros oaxaqueños también emigraban en busca de oportunidades de trabajo.

El auge que tuvo la industria textil en el Valle de Orizaba de fines del siglo XIX hasta mediados del siguiente, con el establecimiento de fábricas en Orizaba, Río Blanco, Nogales y Santa Rosa, permitió la llegada de grupos de personas que procedían principalmente de los estados vecinos de Oaxaca, Puebla y Tlaxcala. La mayoría ingresó a trabajar en estas factorías, pero algunos se dedicaron a otras actividades como el comercio. Los poblanos se dedicaron por lo general a la venta de frutas, verduras y abarrotes, la mayoría de estos en la Ciudad de Orizaba.

Jesusa, María de Jesús o Chuchita, como la gran mayoría de sus paisanos, se enlistó como obrera de la fábrica Santa Rosa de hilados, tejidos y acabados de algodón, desempeñándose ahí durante 30 años hasta su jubilación. Su hijo mayor, Leo, también ingresó como obrero del departamento de acabados. Durante varios años, Chuchita ahorraba para ofrecer una gran comida al máximo líder del sindicato de los obreros, que igualmente era oaxaqueño y muy reconocido en la región, el estado e incluso en el país.

Estas comidas se convertían en una fiesta del pueblo. Había mucho que comer y que tomar. Los invitados sumaban docenas. Se ponía una carpa en un terreno amplio que la anfitriona adquirió y ahí se llevaba a cabo la reunión. Desfilaban los comensales y había presentación de números artísticos de la misma localidad, entre ellos el Mariachi Santa Rosa con el cual cantaba la Torcacita Mendocina, hija de Jesusa, quien interpretaba las más conocidas canciones rancheras.

En aquella temporada se construyó el novedoso edificio de la escuela secundaria de artes y oficios “Esfuerzo Obrero”, llamada “América” anteriormente, un Parque Deportivo de igual nombre, donde se formó el notable equipo de beisbol“Los Gallos de Santa Rosa”, y un majestuoso cine con el nombre del patricio “Benito Juárez” al cual asistía numeroso público de toda la región, debido a las primicias cinematográficas que se exhibían. María de Jesús y su torcacita se ponían sus mejores vestimentas y joyas cuando asistían a ver uno de los estrenos que se presentaban con frecuencia en esa sala. Salían de casa en la zona habitacional conocida como “Los Cuartos”, y caminaban orgullosas hasta el cine luciendo sus mejores galas.

En esos mismos años no sólo se hicieron obras materiales, sino que hubo seria preocupación por la educación de los hijos de los obreros, se crearon bandas musicales y de guerra de primera, surgieron tríos intérpretes de boleros y otros grupos artísticos. La escuela secundaria dio suficientes bases a muchos jóvenes que destacaron más adelante en la vida académica, política, social o cultural más allá de su región.


Un mal día nuestra Jesusa cayó en cama víctima de una enfermedad. Uno por uno los mejores médicos de la región encontraron que no había medio para la recuperación de su salud. Los familiares la atendieron esperando el fatal desenlace. Ella permaneció en estado vegetativo, pero un día tocaron a la puerta, era un hombre alto que preguntó por ella, se llamaba Antioco. Dijo saber lo que los médicos habían dicho y pedía permiso para curarla a su modo. Asistió día con día y Chuchita se fue recuperando hasta quedar completamente sana. Cuando ella se recuperó y su sanador se despedía, le preguntó que cuánto le debían por sus servicios. Él contestó que no le cobraría, pero sí ella estimaba lo que ocurrió la invitaba a una agrupación a la que él pertenecía. Jesusa asumió ese compromiso y también aprendió a curar. Vivió todavía varios años. Poco se supo de este milagro curativo. Ahora, amable lector, usted ya lo sabe. Es una ficción de la realidad.

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