Marcha magisterial.
Por Lisardo Enríquez
L.
Los acontecimientos actuales en el país en
torno a la educación, el petróleo y otros aspectos sobre los que se están
tomando decisiones tienen por lo menos dos puntos de vista que nos regresan a
posiciones ideológico-políticas del siglo XIX y de las primeras décadas del XX.
Por un lado, élites que buscan profundizar en los beneficios que obtuvieron a
partir de los años cuarenta del siglo anterior y de 35 años a la fecha. Por
otro lado, corrientes que tratan de defender lo que queda de los logros de la
reforma y la revolución, en una sociedad donde unas cuantas personas poseen
inmensas fortunas, mientras millones se encuentran en pobreza extrema.
Los datos proporcionados por
las propias instituciones oficiales, así como lo que se vive en nuestra
realidad actual son evidencia suficiente de que el país está en una situación
muy delicada. Pero hay quienes no lo quieren ver tal como es y se molestan de
los señalamientos que cuestionan lo que a todas luces es inadecuado. En este
mismo espacio (11-06-12) cité una opinión de Paul Krugman, Premio Nobel de
Economía 2008, en relación a que en nuestro país era más importante en este
momento atacar los problemas de la pobreza, la desigualdad social, así como
mejorar la educación, entre otros, y que esto era más importante que hacer
reformas estructurales, porque éstas ya habían mostrado su ineficiencia.
En otra edición de Diario de
Xalapa (14-07-97) señalé: “habrá que imaginarse un poco lo que puede suceder en
el año 2000. Desde ahora es necesario defender con firmeza la educación pública
en sus preceptos y orientaciones fundamentales”. En lo que va de este nuevo
siglo hubo algunas cosas regresivas como la reducción de materias y contenidos
de humanidades, así como el abrir más la puerta a la iniciativa privada. Pero
es en este periodo cuando se va con todo y sin permiso a deshacer aquello que
con mucho esfuerzo lograron mexicanos libres y progresistas de nuestra patria.
Y no se vale.
Todos los días, desde que
hay protesta, escuchamos que hay sectores desinformados que no entienden cuál
es la finalidad. Yo creo que sí se entiende bien de qué se trata y es lo que se
busca impedir. Porque a los mexicanos en general no se les ha tomado en cuenta,
no se han realizado consultas como lo establece la ley y no se escucha
realmente “a los otros”. Se les oye para que se desahoguen, y nada más. El
diálogo, para que lo sea, implica acuerdos, consensos. Si esto no existe
estamos hablando solamente de voluntad de poder.
Como lo ha dicho en varias
ocasiones el Rector de la UNAM, el Dr. José Narro Robles, se necesita una
reforma educativa integral. Más allá, se necesita una definición de nación. Es
importante saber hacia dónde vamos, pero no de manera sesgada, sino franca,
directa y abierta para todos. En definitiva estamos atrasados, pero no vamos a
salir de ahí ahorcando a los demás y entregando la riqueza del país al mejor
postor como ya se hizo en años pasados. Si se trata de ahorcar hay que hacerlo
con los corruptos, a ver quiénes quedan vivos. A los que piden acción
contundente hay que preguntarles porque ellos no lo hicieron cuando tuvieron oportunidad.
¿Por qué hasta ahora?
Así es que son de hecho dos
puntos de vista sobre nuestra realidad actual. Usted amable lector, ¿En cuál de
esos dos puntos se ubica?
(Artículo publicado el 2 de septiembre de 2013 en Diario de Xalapa)
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