lunes, 7 de julio de 2014

Crisis institucional.



Por Lisardo Enríquez L.

Con todos los avances de la ciencia y de la técnica alcanzados en el mundo, éste atraviesa por una crisis. Esta crisis se manifiesta de muchas maneras en cada nación. En el caso de México, los problemas sociales, económicos y políticos tienen síntomas que vienen de la globalización, pero hay también otros que obedecen a diversos factores internos. Algunos de los problemas que tienen causas internas son, por ejemplo: la falta de definición de lo que como mexicanos deseamos alcanzar como desarrollo propio (no como desarrollo impuesto del exterior) en donde esté incluida la pluralidad de grupos humanos que habitan el país, de tal manera que en esa definición se tome en cuenta al México marginal, al México subdesarrollado.

Otro problema interno muy generalizado que solamente se ataca de palabra o contra los enemigos personales o “peligrosos” es el de la corrupción. Ésta es como una serpiente venenosa de mil cabezas; quienes tienen maestría para aplicarla son personajes que ocupan puestos públicos. Constituyen el ejemplo a la ciudadanía, a nuestra juventud. Porque se sabe y se ve su transformación económica personal. La gente del pueblo percibe que una persona así va a ser severamente castigada por lo menos al concluir la función que tiene encomendada, y ¡Oh sorpresa! en lugar de que vaya a la cárcel recibe un cargo de mayor rango.

Casi siempre la corrupción va de la mano con el nepotismo. Las personas que tienen poder de decisión incrustan a cuanto pariente tienen en puestos estratégicos (en el gobierno y en los sindicatos), y en conjunto se encargan de tener un control absoluto de áreas de servicio, afectando a quienes no pertenecen a esa selecta clase consanguínea que domina todo como dueña de lo que en esencia es público, es decir, se convierten en una casta “divina”, intocable. A lo anterior se agrega la impunidad. Los corruptos pertenecen a una red que van tejiendo, la cual se protege mutuamente. Por eso no hay castigo cuando aprovechan en su beneficio personal y familiar lo que pertenece al erario público.

Por otra parte, la globalización ha servido para “arrinconar” a los países pobres (o como se les quiera llamar) haciendo que las poderosas empresas transnacionales impongan sus criterios, dejando prácticamente “en cueros” a aquéllos. Se les da entrada para que se apropien de los recursos naturales del subsuelo, y de cuanto negocio en grande pueda estar a su disposición, como se ve actualmente en las cadenas de tiendas, bodegas de productos y supermercados. Desde luego México pertenece a este grupo de países, aunque algunos políticos se hagan ilusiones de que ya casi somos una potencia mundial.

Hay una cuestión que no se ha tratado con dignidad: la relación con los Estados Unidos. Aparte de los lacerantes problemas internos que tenemos como una cadena en cuello, pies y brazos, los gobiernos no han establecido una negociación de respeto con el país vecino. No se conocen a ciencia cierta las razones, pero tiene que estar entre imitar lo que ellos son, entreguismo sin más para congraciarse con los poderosos, carecer de un proyecto respecto a la relación con este gigante que tenemos encima y tal vez otras más. Pero un buen gobierno necesita tener dignidad ante los poderosos, lo que no implica precisamente desafiarlos.


Estas cuestiones y otras no expuestas por el momento, tienen al país postrado en una profunda crisis institucional que comienza por el estado y ha llegado a toda la sociedad, a la familia y a la escuela, por citar los referentes más significativos. Mientras el Estado Mexicano no se reforme a sí mismo, no cambie radicalmente sus entrañas, no podrán mejorar la sociedad, la familia y la educación. Se tiene que predicar con el ejemplo. Para ello se necesitan servidores públicos probos, capacitados y veraces, que tengan como antecedente principal la mística de servicio y se sometan a un examen riguroso antes de tomar un cargo. El que no cumpla correctamente con sus funciones tiene que ser retirado y el que incurra en conductas indebidas debe ser castigado ejemplarmente. Es por donde se tiene que comenzar si se quiere una nación correctamente desarrollada.

(Artículo publicado el 7 de julio en Diario de Xalapa)

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