jueves, 17 de julio de 2014

Desigualdad, pobreza y educación.


Primaria del Estado de Yucatán. 

Por Lisardo Enríquez L.

Al cumplirse poco más de cien años de Revolución Mexicana, todavía subsisten  graves rezagos. Las razones de ello están en que hubo cambio en la tendencia que se había trazado en la segunda y tercera décadas del siglo XX. Prácticamente desde 1940, y sobre todo a partir de la década de los 50, los derroteros y prioridades del desarrollo adquirieron otro tinte. No se pueden negar muchos logros alcanzados y, por otro lado, la interferencia de problemas no previstos, entre estos el impresionante crecimiento demográfico. Pero hace mucha falta “volver al carril”. Se necesitan mexicanos con conciencia de los problemas de fondo que afectan a la nación y con un profundo amor a su patria.

Dice Clara Jusidman en su artículo Desigualdad y política social en México, que nuestro país “sufre una alta desigualdad en la distribución del ingreso, incluso en el contexto de América Latina, el continente más desigual del mundo”. Hay datos oficiales que dan cuenta de las condiciones de desigualdad manifiestas en la pobreza, por ejemplo, en el año 2008, 50.6 millones de mexicanos no tenían ingresos suficientes para cubrir sus necesidades fundamentales de salud, educación, alimentación, vivienda, vestido y transporte, cifra que representa a la mitad de la población mexicana aproximadamente.

En semanas recientes, organismos nacionales e internacionales han vertido opiniones sobre la manera y los tiempos para eliminar la pobreza en México. Consultores Internacionales afirma que a una tasa de crecimiento anual de 2.5 por ciento de la economía, que ha sido más o menos el promedio de las últimas cuatro décadas, se tardaría un siglo para alcanzar el promedio actual de las naciones que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

 Un estudio del Instituto Politécnico Nacional (IPN), dirigido por el investigador Genaro Aguilar, estima que con un crecimiento aproximado de 3 por ciento anual tendrían que pasar 116 años para terminar con la pobreza urbana y 225 años para que se acabe la pobreza rural. Este último estudio sostiene que el crecimiento de la economía no es suficiente, que es necesario beneficie también a los millones de pobres, es decir, se haga una distribución más justa de la riqueza para reducir significativamente la desigualdad.

El documento Pobreza y derechos sociales de niños, niñas y adolescentes en México 2010-2012, elaborado conjuntamente por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), reporta que de 40 millones de menores de edad de nuestro país, más de la mitad viven en situación de pobreza, 4.7 millones se encuentran en pobreza extrema, 8 de cada 10 menores de 17 años que viven en comunidades indígenas están en el rango de pobreza y uno de cada tres de éstos en pobreza extrema.

Estas condiciones limitan las posibilidades para alcanzar una educación de calidad la cual, por cierto, se enarbola pero no se define. Se insiste mucho en la educación de calidad, pero hasta ahora no se ha explicado en qué consiste. No obstante, no sólo se trata de las condiciones en que viven millones de padres de familia y en particular de niños y adolescentes, que por sí mismas impiden de muchas maneras el desempeño esperado en la escuela, sino que las condiciones de ésta (la escuela) tampoco son las deseables para el estudio. Esa situación no fue sopesada al comenzar lo que se ha dado en llamar reforma educativa, se habló solamente de las responsabilidades de los maestros.



(Artículo publicado en Diario de Xalapa el 16 de julio de 2014)


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