miércoles, 7 de agosto de 2013

Hacia una sociedad de lectores y escritores.






Por Lisardo Enríquez L.

La prioridad de la escuela en todos sus niveles, y de la sociedad en su conjunto, debe ser hoy más que nunca formar hombres y mujeres competentes para leer y escribir. Han sido varios los esfuerzos dedicados a esta tarea pero insuficientes. Ahora se dispone de estudios y trabajos de investigación que permiten nuevas perspectivas para lograr una sociedad de lectores y escritores, si se asumen en toda su extensión enfoques adecuados y se cuenta con la voluntad política para hacerlo, no sólo con terquedad y palabras de amenaza a quienes piensan diferente.

Esta formación compete en principio a todo el sistema educativo desde la educación básica hasta la universidad y los posgrados, porque la deficiencia inicia en la primera y en muchos casos se arrastra hasta los niveles más altos. Por supuesto tiene que ver con las políticas centrales para la educación y la cultura, los programas específicos y la formación inicial y continua de los profesores. Las escuelas para docentes y los programas de capacitación y actualización de maestros tienen que girar en torno a esta necesidad fundamental. A esta formación se le tiene que dedicar verdaderamente todo el tiempo y los recursos que se requieran, quitando a docentes, directores y supervisores actividades que sólo entorpecen el trabajo realmente educativo.

En relación a esta situación problemática-así la considero-dice la argentina Delia Lerner: “Lo necesario es hacer de la escuela un ámbito donde lectura y escritura sean prácticas vivas y vitales, donde leer y escribir sean instrumentos poderosos que permitan repensar el mundo y reorganizar el propio pensamiento, donde interpretar y producir textos sean derechos que es legítimo ejercer y responsabilidades que es necesario asumir”.

Todos los niños de cinco o seis años en adelante, los jóvenes y los adultos, de cualquier condición económica y social, tienen que ser lectores y escritores. Lectores independientes, auténticos, que comprendan y sientan lo que leen. La lectura, para que sea productiva y de interés, debe estar relacionada con las necesidades del entorno. En fin, se trata de que la lectura se realice por placer, por gusto. El maestro, de cualquier nivel educativo, tiene que estar entre los mejores lectores, es decir, un buen maestro debe ser ante todo un buen lector.

Leer y escribir es cuestión de ejercicio, de mucha práctica. Por eso se requiere dedicar tiempo suficiente. Hacerlo en serio, a fondo. Ya hemos dicho que quien es lector y ejercita suficientemente la escritura por sí mismo, con esfuerzo propio, se interesara por otros conocimientos e irá descubriendo cada vez nuevas y fascinantes aventuras en la ciencia, la literatura y tantas opciones que permite el actual desarrollo de la civilización. Esto no sustituye la formación especializada en lo que corresponde por ejemplo a una carrera en particular, pero sin estas herramientas básicas de la cultura nadie puede ser un profesional en toda la extensión de la palabra. Es muy lamentable que haya quienes tienen un título profesional, hayan cursado dos y hasta tres carreras, incluso doctorados, y no sean capaces de leer de manera fluida y clara, ni de escribir con un pensamiento   lógico y coherente.


Termino esta breve reflexión con unas palabras de Felipe Garrido, un editor y promotor de la lectura: “Mucho ayudaría que los propios maestros y las autoridades educativas fueran lectores, que tuvieran la afición de leer”.  

Artículo publicado en Diario de Xalapa el 6 de agosto de 2013. 

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