Miguel Hernández.
Por Lisardo Enríquez
L.
A Miguel Hernández se le
conoce como el pastor poeta, porque de niño y adolescente cuidaba un rebaño de
cabras y ovejas que tenía su padre. Pero desde niño también le gustó leer, y
muy pronto comenzó a escribir versos. Nació para la poesía en 1910, en
Orihuela, al sur de la provincia de Alicante, España, muy cerca de Murcia. A
los quince años formó parte de un grupo de amigos que tenían inquietudes
semejantes, entre los cuales había un compañero culto y talentoso de nombre
Ramón Sijé, quien le facilitaba libros de los poetas más notables. Sijé murió
muy joven, y Miguel le escribió una elegía cuyos últimos versos dicen así: “A
las aladas almas de las rosas/del almendro de nata te requiero,/que tenemos que
hablar de muchas cosas,/compañero del alma, compañero”.
Cuando empieza a destacar
por su creación literaria conoce a Federico García Lorca, a Vicente Aleixandre,
a Rafael Alberti, a Manuel Altolaguirre y a Pablo Neruda, todos ellos poetas
connotados con quienes establece una gran amistad. Tras el asesinato de García
Lorca escribe su Elegía Primera, que entre otros versos tiene los siguientes:
“Tú, el más firme edificio, destruido,/tú, el gavilán más alto, desplomado,/tú,
el más grande rugido,/callado, y más callado, y más callado”. Visita con frecuencia
a Aleixandre y a Neruda. Este último influyó de manera importante en él. En
Confieso que he vivido, dice Neruda: “Vivía y escribía en mi casa. Mi poesía americana,
con otros horizontes y llanuras, lo impresionó y lo fue cambiando. . . me
entusiasmaba el destello y el brío de su abundante poesía”.
El amor de su vida fue
Josefina Manresa, con quien se casó y a quien dedicó muchos poemas. Uno de
ellos comienza así: “El amor ascendía entre nosotros/como la luna entre las dos
palmeras/que nunca se abrazaron” y termina de la siguiente manera: “Pasó el
amor, la luna, entre nosotros/y devoró los cuerpos solitarios./Y somos dos
fantasmas que se buscan/y se encuentran lejanos”. Sus temas recurrentes son la
naturaleza, la patria, la amistad, el amor y la muerte. Entre sus libros de
poesía se pueden citar los siguientes: Perito en lunas, el rayo que no cesa,
viento del pueblo, el hombre acecha y Cancionero y romancero de ausencias.
Al comenzar la guerra civil
se incorpora como voluntario al Ejército Popular de la República, y es nombrado
Comisario de Cultura. De esta época (1937) es su libro Viento del Pueblo, en
donde dice: “Vientos del pueblo me llevan, /vientos del pueblo me arrastran,/me
esparcen el corazón/y me aventan la garganta”. Estos versos los cantó, con su
estilo único, el chileno Víctor Jara. Y hablando del canto, la norteamericana
de padre mexicano, Joan Báez, también ha interpretado en su música, con la voz
diáfana que la caracteriza, otro poema de nuestro autor que dice: “Llego con
tres heridas:/la del amor,/la de la muerte,/la de la vida”. Pero quien puso
música a un mayor número de poemas de Miguel Hernández es Joan Manuel Serrat,
primero en los años setenta del siglo XX, y ahora con un nuevo disco que toma
el nombre de uno de esos poemas: “Hijo de la luz y de la sombra”.
El pastor poeta muere de
tuberculosis a los 31 años de edad, en buena medida como producto de su
encierro en las cárceles. De cincuenta años a la fecha, su obra ha sido
divulgada y cada día más apreciada en todo el mundo. Por ello dice Serrat que
es “uno de nuestros poetas contemporáneos fundamentales”.
Artículo publicado el 22 de
abril de 2010 en el periódico Diario de Xalapa.
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